Dice adios uno de los más grandes bateadores cubanos

Dice adios uno de los más grandes bateadores cubanosPoco antes de finalizar la etapa clasificatoria de la actual Serie Nacional de Béisbol, anunció su retiro del juego activo uno de los más grandes bateadores en la historia de este deporte en todos los tiempos.

Se llama Osmani Urrutia Ramírez, es cubano, y nació y creció en una pequeña localidad del municipio de Jobabo, en la  provincia de Las Tunas, a unos 670 kilómetros al este de La Habana.

Osmani inscribió su nombre con letras de oro en el rico historial de la pelota cubana en numerosos torneos olímpicos, mundiales, panamericanos y centroamericanos, entre otros.

Su aval  como bateador puede resumirse diciendo que, junto al fabuloso Omar Linares y  Michel Enríquez, otro “fuera de serie”, integra el trío de únicos toleteros cubanos que, en más de 15 temporadas, sobrepasan como promedio los 360 de average, una cifra de ensueño en cualquier béisbol del mundo.

En cinco ocasiones consecutivas,  entre los años 2001 y 2005, fue líder de los bateadores en la Serie Nacional de Béisbol, primer pelotero que logra esa hazaña en las 48 ediciones de este fuerte campeonato.

Pero lo más asombroso es que Osmani hizo esa proeza bateando en cuatro torneos por sobre la casi inalcanzable marca de 400 en su average.

En uno de esos campeonatos (2004) implantó otra marca fabulosa al promediar para 469, cifra a la cual nadie se ha acerado siquiera en las últimas cuatro campañas.

Con el retiro de Osmani Urrutia, en nuestro modesto criterio anticipado, se pierde a un gran bateador para los equipos de Las Tunas y Cuba.

Sin embargo, la estirpe de peloteros de los Urrutia parece que se extenderá, debido a la forma en que se muestra el jovencito Henry, hijo de otro formidable jardinero de equipos Cuba, Ermidelio, y primo de Osmani.

Henry, con apenas 21 años, ha evidenciado que es un excelente bateador y ya representó a Cuba en los Juegos Deportivos del ALBA, efectuados este año, donde fungió como tercer bate.

La cadena de estelaridad de los Urrutia parece, pues, inagotable. (AIN)