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La estremecedora noticia de la renuncia de Fidel

La estremecedora noticia de la renuncia de FidelHace 55 años, el 17 de julio de 1959, amaneció con una información estremecedora. El Comandante en Jefe Fidel Castro, el héroe indiscutido del proceso revolucionario que dio la libertad al país, había renunciado al cargo de Primer Ministro del Gobierno Revolucionario que ocupaba desde el 16 de febrero. No se ofrecían más explicaciones, salvo que haría una comparecencia por radio y televisión en horas de la noche.

Tal noticia era sorpresiva para toda la población, aunque intuía que debían existir razones muy poderosas para que él tomara una decisión de esa naturaleza. Las causas solo eran conocidas por el pequeño grupo de los más allegados al renunciante.

La reacción popular de apoyo a Fidel no se hizo esperar, y sin conocer las explicaciones que daría horas más tarde, numerosos estudiantes, trabajadores y pueblo en general se fueron concentrando frente al Palacio Presidencial pidiendo la presencia del líder.

Mientras en fábricas, centros docentes, en los ómnibus y en la calle, seguían apareciendo señales de apoyo para que no renunciara. Con el paso de las horas la efervescencia se hizo mayor aún.

El momento esperado llegó. Fidel dijo que a él le resultaba imposible continuar ocupando la responsabilidad como Primer Ministro, dadas las diferencias y dificultades que se habían originado con el Presidente de la República. Que renunciaba al cargo pero no a la lucha revolucionaria.

A continuación explicó algunos de los campos en los que habían surgido discrepancias: el fin de los juegos de azar, las trabas en los salvoconductos de los asilados en embajadas latinoamericanas, la demora injustificada en firmar leyes aprobadas en el Consejo de Ministros y la negativa a rebajarse el salario, la supresión de la invocación a Dios de la Constitución, que trajo como consecuencia críticas e incomprensiones por parte de sectores religiosos y sociales cubanos.

Fidel argumentó varias razones más sobre las discrepancias con el Presidente, pero la más importante, sin dudas, era su labor divisionista dentro de las filas revolucionarias. Ese era el gran peligro, lo que hacía imposible la coexistencia. La renuncia era el único camino legítimo que le quedaba para poder explicarle al pueblo la situación.

Lo más fácil habría sido recurrir al golpe de Estado, tan al uso entones en América Latina, más ese procedimiento era impensable en un revolucionario, pues colocaría a la Revolución al nivel de vulgaridad golpista. Él tenía la razón y como siempre había hecho acudía a las masas populares para dar a conocer las causas, la verdad de lo que ocurría.

Sin haber terminado la intervención de Fidel, el Presidente Manuel Urrutia presentó la renuncia. El Consejo de Ministros la aceptó y de acuerdo con el artículo 134 de la Ley Fundamental de la República en vigor, se procedió a designar el nuevo titular: el Ministro de Ponencias y Leyes Revolucionarias, el doctor Osvaldo Dorticós Torrado.

Fidel mantuvo su actitud y el día 26 de julio, primera celebración del asalto al Cuartel Moncada después del triunfo de la Revolución, el pueblo congregado en la Plaza Cívica -después Plaza de la Revolución- le pedía volver a ocupar su responsabilidad, para que la Revolución continuara. (Foto: Archivo)