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Un sorbo de su propia medicina

Un sorbo de su propia medicina“¿Qué pasó con el honor entre ladrones?”, se pr­e­guntaba la semana pasada la revista News­week, cuando aseguró que Israel espiaba a Es­ta­dos Unidos.

Los secretos industriales y técnicos de Was­hing­ton podrían estar siendo blanco de vigilancia, según la publicación. Funcionarios de inteligencia comentaron que sus “amigos” israelíes han ido demasiado lejos.

“Ningún otro país cercano a Estados Uni­dos ha cruzado la línea en materia de espionaje como lo hace Israel”, dijo a Newsweek un exempleado del Congreso que asistió a una reunión sobre el tema a finales del 2013, una de las muchas que se han hecho en los meses recientes.

El ministro de Relaciones Exteriores israelí, Avigdor Lieberman, desmintió las acusaciones: “Es una campaña de calumnias, perniciosa, completamente falsa, e inventada al 100 %”.

“Israel respeta al pie de la letra su compromiso de no realizar actividades de espionaje en Estados Unidos”, aseguró, en referencia a la promesa hecha tras el caso de Jonathan Pollard, condenado en 1987 a cadena perpetua por espiar para los sionistas.

Pollard, exanalista de la marina estadounidense, transmitió a Israel documentos clasificados sobre las actividades de los servicios secretos de Washington en el mundo árabe.

I.C. Smith, exespecialista de contrainteligencia del FBI durante el caso Pollard, confesó a Newsweek que “en la década de los 80, tratar con los israelíes era, para aquellos asignados a esa área, muy frustrante. Los israelíes estaban muy confiados de que tenían la influencia, sobre todo en el Congreso, para conseguir básicamente casi cualquier cosa”.

El ministro israelí de Inteligencia y Asuntos Estratégicos, Yuval Steinitz, calificó de “irresponsables” las acusaciones publicadas por la revista, y añadió que no tenían “ningún fundamento”.

“Israel decidió desde hace 30 años no espiar en Estados Unidos”, declaró. “No he recibido más que alabanzas sobre la cooperación entre los servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes durante mis entrevistas de los últimos meses en el Congreso o con los responsables de los diferentes servicios de seguridad estadounidenses”.

Después de haber negado durante más de una década que Pollard era su agente pagado, Israel se disculpó y se comprometió a no espiar nuevamente en suelo estadounidense. Pero desde entonces, según Newsweek, más espías israelíes han sido detenidos y condenados.

Documentos revelados el año pasado mostraron que la administración de Barack Obama ve a Israel como un reto para sus servicios de inteligencia.

Textos que el excontratista de la NSA Edward Snowden filtró al Washington Post, indicaban que Estados Unidos agrupaba a Israel, en materia de espionaje, junto con países que considera sus “enemigos”.

“Estamos invirtiendo en la vigilancia y en la ofensiva de contraespionaje en objetivos clave, como China, Rusia, Irán, Israel, Pakistán y Cuba”, refería uno de los documentos.

Estas revelaciones no causaron sorpresa a Paul Pillar, de la Universidad de Georgetown, quien se retiró como oficial de la CIA para Oriente Medio en 1995, después de una carrera de 28 años. El espionaje israelí —declaró a The Hill— se ha mantenido como una gran amenaza.

“Israel debe admitir que continúa teniendo op­eraciones agresivas de recolección de datos de inteligencia contra Estados Unidos”, comentó. “Aunque la mayoría de la información se recoge a través de contactos políticos tradicionales, yo personalmente no tendría ninguna duda de que eso se complementa con otros medios, para averiguar todo lo que se pueda acerca de lo que estamos haciendo, pensando, decidiendo, sobre algo de interés para Israel, que incluiría casi cualquier tema de Oriente Medio”.

La continuación de la construcción de asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados, y el interés de la administración Oba­ma en llegar a una solución negociada para resolver el conflicto nuclear iraní, son puntos en los que discrepan con Israel: aunque no en los propósitos, sí en los métodos.

El espionaje, añadió Pillar, podría dar “indicadores de alerta” a Israel antes de que las decisiones se hagan públicas, para que pueda poner su “maquinaria política en acción” y lograr que Estados Unidos reconsidere.

“Si yo estuviera en los zapatos de (el primer ministro israelí Benjamin) Netanyahu y tuviera su punto de vista —dijo Pillar— no escatimaría esfuerzos para tratar de recolectar todos los bits de inteligencia que pudiera, tanto en secreto como en público”.

No obstante, el experto consideró que este tipo de acontecimientos no afectarán las relaciones bilaterales, porque “todo está superado por la realidad política”.

“No hay que esperar ninguna declaración del secretario de prensa de la Casa Blanca diciendo: 'Oh, Dios mío, estamos muy molestos con los israelíes por tratar de espiarnos'. Nunca vas a escuchar nada de eso, porque políticamente es peligroso para básicamente cualquier político estadounidense —y especialmente para una administración en el gobierno— poner de relieve las divergencias de intereses entre Estados Unidos e Israel”.

Dalia González Delgado/ Granma