2013: avances en La Habana para la paz en Colombia

2013: avances en La Habana para la paz en ColombiaSi bien las conversaciones de paz para Colombia comenzaron en La Habana en noviembre del pasado año, fue durante el 2013 que se lograron acuerdos esenciales en cuestiones como la agraria y la participación política.

Tras más de medio siglo de conflicto, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el gobierno de Juan Manuel Santos anunciaron a finales de mayo un pacto parcial.

Necesitaron siete meses solo para la rúbrica del primer punto -de seis que tiene la agenda- pero a pesar de ello, los acuerdos sobre el desarrollo integral agrario fueron un hito. Jamás se logró tanto en procesos similares realizados anteriormente.

El acceso y uso de la tierra, la formalización de la propiedad, las fronteras agrícolas y la protección de zonas de reserva fueron algunas de las cuestiones sobre las que se logró consenso.

Asímismo, la mesa alcanzó posiciones comunes en los programas de desarrollo con enfoque territorial, la infraestructura y adecuación de tierras, la salud, educación, vivienda y erradicación de la pobreza en el campo, al igual que en el estímulo a la producción agropecuaria y la política alimentaria y nutricional.

Ambas partes declararon que esto era el inicio de trasformaciones radicales de la realidad rural y agraria de Colombia, "con equidad y democracia".

Debido a una polémica cláusula de confidencialidad, los detalles sobre el funcionamiento futuro de lo pactado se desconocen.

Además, las pláticas se rigen por un principio según el cual "nada esta acordado hasta que todo esté acordado". O sea, hasta la concreción de un acuerdo final el arreglo es pura teoría.

El jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle, se apresuró en explicar que lo convenido "se hará con pleno respeto por la propiedad privada". El uno por ciento de la población de Colombia posee la mitad de la tierra de ese país.

Para el jefe de la delegación insurgente a las pláticas, Iván Márquez, el convenio tiene salvedades puntuales que necesariamente tendrán que ser retomadas antes de la concreción de un acuerdo final.

Así y todo, la posición común alcanzada por ambos bandos fue un paso importante hacia la paz.

PARTICIPACIÃ"N POLÍTICA

Tras sellar el primer compromiso, los diálogos volvieron a sumirse en la cotidianidad de los encuentros, con declaraciones entre partidarios y enemigos del proceso.

La tensión tuvo su clímax al finalizar una de las rondas de la mesa, cuando la delegación gubernamental acusó a la insurgencia de ralentizar las conversaciones y de hacer política con un exceso de retórica ante los micrófonos.

No obstante, poco tiempo transcurrió cuando comenzaron a escucharse rumores sobre un segundo compromiso. La expectativa aumentó más aún con la extensión de uno de los ciclos más allá de lo previsto, algo inusual en la dinámica de los diálogos. Al mediodía del seis de noviembre y tras casi seis meses de debates, las delegaciones comunicaron en La Habana que lograron consenso sobre la futura participación política de las FARC y otras organizaciones en la vida política de la nación.

Con esto, se cerraron temas trascendentales muy vinculados a las causas de la fundación del grupo armado hace más de medio siglo.

Entre los asuntos en los que consiguieron anuencia, sobresalen los derechos y garantías para el ejercicio de la oposición política y para los nuevos movimientos que surjan tras un acuerdo final, abriendo la puerta a los nuevos partidos que surjan tras el cese de la beligerancia, o sea, a la futura conversión del grupo armado en una fuerza política legal.

Además, se reconoció el derecho de reunión, a la libre circulación y expresión, la libertad de conciencia y la oposición en una democracia, cuestiones cardinales propuestas en diferentes plataformas por la guerrilla.

Se trata -agregó Iván Márquez- de que en nuestra patria se respete el derecho a la vida, a la diferencia, a la opción política y la no estigmatización, y se puedan debatir las ideas sin temor a ser asesinado, perseguido, desaparecido o criminalizado.

No sobra recordar que a mediados de los 80, varios grupos y organizaciones beligerantes pasaron a la vida civil tras negociaciones con el gobierno y se agruparon en el Partido Unión Patriótica (UP). Un par de años después la membresía de la UP fue prácticamente exterminada.

El acuerdo comprende la conformación de un estatuto de oposición que brinde garantías a aquellos que se declaren en oposición y la creación de Circunscripciones Transitorias Especiales para la Paz en zonas afectadas por la guerra, mediante las cuales esas poblaciones tengan una representación en la Cámara de Representantes.

EPÍLOGO

Por el momento, el tercer punto referido a la búsqueda de una solución al problema de las drogas ilícitas, centra la discusión.

El debate gira por una parte en torno a la erradicación de cultivos como la coca y por el otro sobre las causas que generan el narcotráfico.

Si convenimos que no es lo mismo coca que cocaína, resulta ilógico que para acabar con el narcotráfico se deba erradicar una planta que puede brindar beneficios a la humanidad, explicó Márquez.

De igual forma, la insurgencia fustigó la política desarrollada por el gobierno para combatir las drogas, la cual, según ellos, solo enfrenta a los débiles y deja a un lado las causas esenciales del fenómeno.

Hasta el momento, las únicas propuestas concretas que se han hecho públicas vinieron del grupo armado, el cual presentó varias iniciativas para encaminar la solución.

Muchos vaticinaron que para el cierre del año se lograría un acuerdo final o estaría bien cerca de lograrse. Incluso el presidente Juan Manuel Santos exigió resultados para noviembre, pero los tiempos reales no se supeditan al discurso oficial.

La guerrilla lo ha dicho, el fin del conflicto más largo de la región no puede subordinarse a calendarios ni intereses políticos.

Para el 2014 los retos serán mayores. Lo logrado es un avance sin precedentes pero hay que tener en cuenta que representa solo un tercio de la agenda.

Hay temas pendientes -la dejación de las armas, las víctimas y la refrendación del acuerdo final, entre otros- que no serán fáciles de abordar con agilidad.

Por si fuera poco, el próximo año aparecerán nuevas presiones a causa del calendario electoral colombiano, que pronto pondrá a punto su maquinaria para los comicios al Senado y la Cámara de Representantes primero, y en mayo para la elección presidencial.

Previendo esto, se barajó de manera informal que la mesa hiciera una pausa hasta que pasara el sufragio pero el propio Santos negó esa posibilidad, por lo que las pláticas continuarán con el ritmo previsto.

Por Daniel Urbino: Periodista de la redacción Nacional de Prensa Latina