Dar y recibir abrazos nos hace felices

Dar y recibir abrazos nos hace felices Quizás alguna vez usted sintió la necesidad de un abrazo; ese que reconforta y agradece; según afirman los conocedores del peculiar saludo, al darlo y recibirlo, la sensación es de bienestar, satisfacción y dicha para las dos personas.

Se trata de una muestra de cariño; los hay entre hombre y mujer; padre e hijo, y entre amigos. Puede significar amor, pasión, o compasión. Lo cierto es que el abrazo es necesario y nos hace bien. Es como si los dos involucradas fueran las únicas personas que importan en el momento que se hace presión sobre la persona a quien se ofrece.

Muchos se preguntan: ¿es una simple trasmisión de emociones, en la que el contacto físico se impone?, o ¿un complejo proceso químico que nos despierta diferentes sensaciones?

Otros piensan que es una conducta fraternal, de ternura o de amor, que activa la función del apego; el contacto de los cuerpos incrementa sentimientos agradables de cariño, altruismo, o incita el deseo sexual. “Es como abrir una puerta que nos lleva hacia los sentimientos del otro”, dijo un amigo.

No caben dudas de que los abrazos son fundamentales, y necesarios en todas las etapas de nuestra vida. Dan fuerza y aliento para seguir adelante, y por supuesto alejan la soledad y la añoranza que sentimos por otros. Si observamos con detenimiento a nuestro alrededor, nos daremos cuenta que se realizan de forma frecuente.

A menudo los abrazos se dan en eventos de celebración como fiestas de cumpleaños, graduaciones, o cuando dos personas se vuelven a ver después de una larga ausencia; lo cierto es que se debe de tener una motivación para hacerlo.

Se comprobó también que durante el amistoso gesto se liberan hormonas reductoras del estrés y fuentes de placer, por lo tanto, baja la ansiedad, relaja, y atenúa las preocupaciones.

Además, libera endorfinas, que son péptidos producidos por la hipófisis o glándula pituitaria. Estos son potentes analgésicos y potenciadores de los centros del disfrute.

Los abrazos constituyen una muestra de que nos importa alguien de forma especial, y le apoyamos en los tiempos buenos y malos; por lo tanto, lo más recomendable es que sin prejuicios se les abrace, y sin temor alguno dejarse abrazar. (Por: Teresa Valenzuela García/ Radio Rebelde)