Espacio reservado para cubano que soñó con ser caricaturista y devino héroe

Espacio reservado para cubano que soñó con ser caricaturista y devino héroe Un mosaico de humor contra la guerra reserva un espacio en Cuba para un hombre que sacrificó su vocación de caricaturista por la seguridad de su país: Gerardo Hernández Nordelo.

El lugar en cuestión está en la central ciudad de Santa Clara, y los autores confían en el regreso del colega para llenar ese vacío en el mural, en su familia y entre sus compatriotas.

Gerardo es uno de los cinco antiterroristas cubanos detenidos hace casi tres lustros en Estados Unidos, tras un juicio con altos ribetes políticos, y cuya imparcialidad es mundialmente cuestionada, incluyendo la ONU.

Conocidos como Los Cinco en las campañas internacionales a favor de su liberación, estos luchadores se infiltraron entre extremistas de La Florida para frustrar atentados y sabotajes contra Cuba.

Integraban un grupo cuyo jefe era precisamente Gerardo, un hombre que nunca perdió su sentido del humor, ni antes ni después de ser víctima de una sentencia de dos cadenas perpetuas más 15 años.

Desde las prisiones donde ha permanecido, muchas veces en celdas de castigo, se expresa a través de sus caricaturas, que hacen honor al concepto martiano del "látigo con cascabeles".

Graduado en Relaciones Internacionales, Hernández Nordelo dio a conocer sus tiras en publicaciones como Palante y El Muñe, donde su personaje Pepino, de trazo sencillo, se caracterizaba por un rasgo costumbrista.

Amante del humor inteligente de los argentinos Joaquín Lavado (Quino) y el grupo Les Luthiers, también solía apelar a la sátira para ridiculizar fenómenos como el burocratismo y el maltrato.

Muchas de sus viñetas fueron compiladas en el libro "El amor y el humor todo lo pueden", publicado en 2002, cuando ya llevaba varios años encarcelado junto a sus hermanos de lucha en Estados Unidos.

De hecho, Antonio Guerrero, Fernando González, Ramón Labañino y René González (este último ya en Cuba, luego de cumplir su condena) han dicho en múltiples ocasiones que las ocurrencias de Gerardo hacían más llevaderos los días de encierro.

Como San Mauro, el santo humorista que burló al sultán que lo mataba, Gerardo resume en una frase su propia receta para vencer a quienes intentan doblegarlo: "El humor libera". (PL) (Imagen: Archivo)