Cultura

El Cucalambé: poeta de las mil muertes

Reconocido como una de las figuras cimeras de la poesía nacional en el siglo XIX, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), es un personaje misterioso, cuya desaparición física, ocurrida en 1861, suscita acaloradas polémicas sin que se vislumbre la respuesta concluyente.

Para el investigador Carlos Tamayo, considerado como uno de los más importantes biógrafos del bardo, conocer lo ocurrido con Nápoles Fajardo ayudaría a comprender mucho mejor la dimensión de su obra, la cual tuvo gran relevancia en el proceso de formación de la nacionalidad cubana.
  
Así lo afirma el también escritor en su ensayo El Cucalambé en Santiago de Cuba, en el que expone documentos y juicios con el propósito de desmitificar al autor de Rumores del Hórmigo y desmentir la mayor parte de las especulaciones sobre su muerte.
  
Juan Cristóbal se trasladó a Santiago de Cuba en la década de 1850 con su esposa e hijos. El poeta buscaba mejorar su situación económica y aprovechó el reconocimiento que tenía en la región oriental del país para insertarse en el ámbito literario de esa ciudad, donde el gobernador Vargas Machuca apoyaba a intelectuales y artistas.
  
Allí consiguió empleo como colaborador del periódico El Redactor, y recibió la ayuda de Machuca con el cargo de pagador de obras públicas, puesto que asumió hasta su desaparición.
  
Sobre este hecho se basa la mayor parte de las versiones acerca de su muerte. Autores consideran que El Cucalambé fue asesinado por cubanos independentistas, quienes consideraron traición su desempeño como funcionario público.
  
Al respecto, Tamayo afirma que en la época otras personalidades como Carlos Manuel de Céspedes y Pedro Figueredo también asumieron cargos administrativos, sin que ello representara menoscabo para su integridad.
  
La historiadora de Santiago de Cuba, Olga Portuondo, afirmó a la AIN que no existen documentos que prueben la filiación de El Cucalambé a los ideales separatistas, aunque su obra esté signada por un profundo carácter nacionalista.
  
Esos elementos echan por tierra también las hipótesis sobre el suicidio por vergüenza de Nápoles Fajardo, o su asesinato por parte de los españoles, quienes lo consideraron espía de los independentistas. De esta forma ganan importancia los sucesos relacionados con el empleo público del poeta y su presunta implicación en hechos de corrupción.
  
Tamayo y Portuondo han expuesto sus juicios, diametralmente opuestos, basados en documentos históricos de los archivos de Santiago de Cuba y Madrid.   
  
Para el investigador de Las Tunas, El Cucalambé fue “hecho desaparecer” por personas influyentes implicadas en el robo del erario público. La doctora Portuondo, sin embargo, considera que el autor de Hatuey y Guarina se apropió de esa suma y con ella huyó hacia Europa o los Estados Unidos.
  
Portuondo se extendió en la explicación de su teoría en el libro, publicado recientemente por ediciones Unión, denominado Un guajiro llamado El Cucalambé. En el texto, la investigadora afirma que existen abundantes documentos que prueban la implicación del bardo tunero en los hechos que se les imputan y especula sobre su huida del país.
  
Sobre esos pliegos, Tamayo señala puntos dudosos en un artículo dado a conocer hace poco, en el cual presenta pruebas sobre el interés de las autoridades coloniales santiagueras por controlar las actividades de prominentes figuras del oriente de la Isla que pudieran hacer causa común con las ideas separatistas.
  
¿Qué pasó realmente con El Cucalambé? No existe respuesta concluyente. Quizás sea mejor así, porque como afirmara el intelectual Cintio Vitier, él “tenía que ser esencialmente el desaparecido, aquel cuyas facciones individuales se borran, el que es absorbido y desaparece en lo anónimo, en la tonada rústica, en el pueblo doliente, festivo y humilde y en él reaparece cada día, sin fin”. (AIN)