Culturanacionales

San Juan camagüeyano, patrimonio histórico y cultural de Cuba

Camagüey, Cuba. – Cientos de nacionales y extranjeros acuden a la otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe (hoy Camagüey), para presenciar, disfrutar o participar de las fiestas del San Juan.

Con este nombre la tradición perpetúa los jolgorios carnavalescos cubanos en la también conocida Ciudad de los Tinajones, del 24 al 29 de junio. Desde 1725, en el sexto mes del año, se organizan los festejos, una especie de fiebre colectiva que generalmente se desarrolla en medio de intensas y persistentes lluvias, las cuales no le restan lucidez ni merma la participación a este encuentro de disímiles raíces culturales de Camagüey, una urbe con arraigo ganadero.

El investigador Rafael García Grassa definió que "las fiestas del San Juan camagüeyano (carnaval) han sido unas de las más hermosas y sonadas que ha habido en Cuba. La primera referencia aparece en una fuente documental de 1725; en otra se hace la descripción del primer paseo, cuyo recorrido fue por las plazas donde estaban las iglesias, en 1760".

HISTORIA

Las raíces de uno de los más vetustos y pintorescos carnavales cubanos se remontan a siglos pasados, cuando se celebraba la festividad católica del Corpus Christi y la Epifanía, con su solemne procesión y danzas y marchas colectivas de los negros esclavos.

Posteriormente representaba momento adecuado a fin de que los criadores de ganado acudieran a la ciudad con sus reses gordas para las ventas anuales. Pero a partir del siglo XIX, las fiestas adquirieron características tradicionales, adoptaron vida propia y dejaron atrás su motivo inicial.

Desde tiempos de la colonia, el San Juan constituía motivo de esparcimiento de los lugareños y visitantes tras un largo período de intensas faenas, cuando en plena primavera los hacendados, encomenderos y todo aquel que así lo deseara, dedicaban varios días a festejar el cierre de un ciclo de labranza.

En sus inicios se realizaban en las áreas ganaderas pero con el desarrollo económico, social, cultural y político de la comarca se trasladaron a la capital provincial.

INICIO DE LA FESTIVIDAD

Las festividades se inician a las 12:01 de la madrugada del 24 de junio, con la lectura del tradicional Bando o permiso que autoriza los festejos (a cargo de la máxima autoridad local), desde el balcón de la sede del Gobierno municipal, en el centro histórico de Puerto Príncipe.

El propio día 24, en todas las barriadas de la ciudad se confecciona el tradicional ajiaco camagüeyano, apetitoso plato de la comida típica local.

Igualmente se improvisan fogatas en las calles de la "suave comarca de pastores y sombreros", a decir del Poeta Nacional de Cuba, Nicolás Guillén. Las familias, entre rones y cervezas, historias y alegría preparan y consumen el alimento.

Entre desfiles o paseos de comparsas, congas y carrozas en diversos espacios carnavalescos, transcurre el San Juan hasta el día 29.

La ciudad es engalanada por el vecindario para darle mayor esplendor al recorrido también de vehículos adornados con los más diversos motivos fruto del ingenio popular. Se produce una competencia para elegir los barrios y las calles mejor embellecidos.

Pero el ambiente de San Juan se aprecia desde muchos días antes, cuando comienzan los ensayos de congas y comparsas en barrios y calles como Matadero, Rosario, Palma, Cristo y El Jardín, entre otros.

EL MAYOR ATRACTIVO

Quizás el mayor atractivo del San Juan en Camagüey es la ficticia ceremonia funeraria del entierro de San Pedro, en la tarde del 29 de junio, al compás de enardecido sonido afrocubano de los tambores, el repiqueteo de los cencerros y el agudo de las trompetas que arrastran a la multitud y no pocas veces bajo la lluvia de la primavera.

Con esta lucida ceremonia, se despide la mayor festividad de Camagüey. Las fiestas sanjuaneras son llamativas de igual forma por los monos viejos, las comidas tradicionales, el colorido de los vestuarios y los bailes populares que forman parte ya del patrimonio histórico y cultural de la región.

No obstante su nombre genérico, no representa en sí una fiesta religiosa, sino profana, ubicada de manera estable entre las celebraciones católicas de San Juan, el 24 de junio, y de San Pedro, el 29 del propio mes.