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En Camagüey, una Casa de Altas Producciones

En Camagüey, una Casa de Altas ProduccionesAl decir Universidad de Camagüey (UC) vienen a la mente libros, lápices y tesis, pero allí también existen seres empeñados en demostrar que ella es mucho más. Así, los estudiantes de esta institución la convierten en un bastión productivo de la provincia.

La inclusión de los futuros profesionales en planes productivos les permite poner en práctica lo aprendido y ampliar su preparación. Por eso tienen oportunidades crecientes de participar en labores que, al tiempo que enriquecen sus conocimientos, los convierten en colaboradores activos de la economía y la ciencia.

CON LOS LÁPICES EN LA TIERRA

La alimentación del pueblo es un problema de seguridad nacional, como bien han confirmado las máximas autoridades políticas del país. Y la Casa de Altos Estudios no está ajena a esa realidad.

Iván Peña, decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, comentó que el hidropónico, en las cercanías de la cervecería Tínima, fue uno de los que abrió puertas para acoger en sus canteros a los agrónomos en formación y hacer real el vínculo estudio-trabajo.

“El plan de siembra incluye cultivos como habichuela, tomate, pepino… se han designado áreas para frutales y hortalizas, y trabajan en la preparación de un espacio para la docencia”.

Yadira Alina Reolid, vinculada a la producción en el organopónico América Latina, expresó: “En 21 días atendimos todos los cultivos, abonamos plantas y suelos, y aprendimos sobre los regadíos. Trabajamos mucho, pero fue grato aportar a la sociedad”.

Los estudiantes de Veterinaria también contribuyen al crecimiento económico. La clínica con que cuentan, la única docente del país, brinda servicios a la población, además de que entre sus prácticas actuales está la vinculación con el sector cuentapropista.

Aún internada en lo más recóndito de la UC, la pequeña área de servicios clínicos goza de gran popularidad incluso fuera de los predios universitarios, al punto de emular con su homóloga de la calle Apodaca. No son pocos los dueños de animales afectivos que cada día, a pesar de lo lejano del sitio, acceden a esas instalaciones con sus mascotas necesitadas de vacunación o procederes quirúrgicos, que allí se les ofrecen con elevada calidad.

DE LA TIERRA A LA INDUSTRIA

En Camagüey, una Casa de Altas ProduccionesEntre la habitual afluencia del pasillo central de la Universidad, conversamos con dos futuros ingenieros químicos: Misel Barrio Rodríguez y Yosbel Félix Benjamín. Ellos realizaron en el quinto año de la carrera lo que consideran las mejores prácticas de su vida.

El calificativo se justifica con los logros en las producciones de pasta de tomate, aguardiente, vinagre, vino y unos 150 litros de malta. Los resultados son alentadores por tratarse de una planta piloto que, aunque no cuenta con tecnología moderna, ha sido capaz de crecerse ante las dificultades.

“La malta no quedó con la calidad que esperábamos, pues durante el proceso de elaboración no logramos descender la temperatura a dos grados Celsius y se afectó el proceso de gaseado y enfriamiento; sin embargo, en las encuestas sobre el producto terminado las categorizaciones predominantes fueron de buena”, explicó Yosbel.

Alicia Rodríguez, vicedecana docente de la Facultad, declaró que hay proyectos para hacer de la mini industria una vanguardia productiva del territorio. Como parte de ellos, cuatro jóvenes analizan la posibilidad de alimentarla con el vapor que suministran las calderas del comedor para evitar un mayor gasto de combustible.

Actualmente, la escasez de materia prima limita la elaboración de grandes volúmenes, problema a resolver para cumplir las expectativas que ha generado la planta. Pero ni siquiera esas adversidades impidieron que los protagonistas quedaran satisfechos.

Misel Barrio aseguró: “Han sido las prácticas que más nos han aportado. Por primera vez fuimos supervisores, aprendices y operarios; tuvimos en nuestras manos la oportunidad de regir un proceso tecnológico”.

DE CONVENIOS Y OTROS PROYECTOS

Por este mismo sendero camina la Facultad de Construcciones. Desde su nacimiento en 1979, profesores y alumnos comprendieron que el aporte a la sociedad no podía limitarse al plano académico, por lo que apenas un año después comenzaron sus tareas de investigación, restauración y conservación del centro histórico.

“Fueron precisamente los resultados de estos trabajos los que nutrieron a la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey (OHCC), la cual desde ese momento ha mantenido estrecho vínculo con la Facultad”, explicó el profesor Joaquín Álvarez, coordinador de la carrera de Arquitectura.

El bulevar, el hostal Camino de Hierro, la Casa del Árabe y la Iglesia de El Carmen son algunas de las edificaciones en cuyos diseños los estudiantes participaron como parte del proyecto Ciudad 500, algunas veces desde tareas extracurriculares, y otras desde la iniciativa individual que da rienda suelta a los deseos de poner un granito de arena.

Los jóvenes también están vinculados al Centro de Estudio de Conservación de Patrimonio Edificado, creado por profesores de la Universidad con el objetivo de establecer una relación directa con las instituciones que pueden colaborar, como la OHCC, el Ministerio de la Construcción, Planificación Física y las Empresas de Proyectos.

Las prácticas también son una oportunidad de aportar, y durante estos períodos los universitarios se integran en proyectos constructivos como el del asentamiento urbano Los Coquitos, e incluso prestan servicios en las obras ejecutadas en Cayo Coco, en la vecina provincia de Ciego de Ávila.

También la restauración de la propia Universidad constituye una prioridad. Han sido creadas brigadas para apoyar su reconstrucción, y jóvenes de aquí y de allá ponen color al entorno con pinturas murales, la reparación de algún desperfecto o la limpieza de áreas.

Sin embargo, los esfuerzos a veces no encuentran qué hacer. Al respecto, Hortensia Pérez dijo: “Aunque se ha impulsado nuestro vínculo con las labores constructivas de la escuela, nos gustaría que nos consultaran no solo para tareas decorativas, sino también para asuntos propios de nuestro campo”.

Con sueños perennes, la unión del estudio y el ejercicio de la profesión es complemento ideal en la obra de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz, un centro al que no solo se va a estudiar. (Lourdes María Mazorra López, Yanela Gómez Pérez, Dania Díaz Socarrás y Jorge Jerez Belisario/Estudiantes de Periodismo/Adelante digital).