Martí en el universo artístico de Kamyl Bullaudy

Kamyl Bullaudy tiene la estampa de esos príncipes árabes de leyenda, heredada de su estirpe libanesa y una neta cubanía, que se expresa en su arte como mensaje de nobleza para su Isla y el mundo, de comprometimiento con su tiempo y heredero auténtico del universo espiritual martiano.

Una vez declaró que alguien dijo “Benditos sean los pueblos que tengan un acervo espiritual como José Martí” y confesó que desde que Martí llegó a su vida, es mejor artista, mejor ser humano, pues, como diría un buen cristiano: “Encontrar a Martí fue para mí encontrar a Dios”.
   
Pintor, escultor y ceramista, Kamyl refleja al más universal de los cubanos desde sus esencias más que por distinciones figurativas y por ello casi todo le vale para representarlo.
   
Desde los años 90 se inspiró en la vida del autor de los Versos Sencillos y de entonces acá ha ido refinando su propuesta, hasta que hace un tiempo hizo suya la metáfora del anillo que se forjó Martí con un eslabón del grillete que le impusieron cuando en Las Canteras de San Lázaro comenzó a pagar el precio por sus ideas libertarias.
   
Kamyl va por las calles con ojos creativos y lo que los demás desechan,  él lo recoge para hacer arte nuevo con la huella anterior que heredan los objetos. Por eso una bujía de automóvil, una arandela herrumbrosa, un trozo de tejido o cualquier otro material le sirve para expresarse.
   
En un abrir y cerrar de ojos, con asombrosa síntesis minimalista surge una imagen metálica, la audacia de un escorzo o simples líneas que remiten de golpe a ese Martí que cada buen cubano atesora consigo.
   
El Martí de Kamyl es el vigente para todos los tiempos, el permanente cómplice para los proyectos justos, para la esperanza constructiva en el porvenir; y observar las imágenes que surgen de la mente y las manos de este artista, nos conecta con el sólido, activo y necesario legado martiano, ese, que se preserva en esta islita del Caribe para uso y disfrute de la humanidad. (Por Octavio Borges, AIN)