A René le robaron la alegría del primer gemido de su nieto

El tiempo se ha ido de prisa. Tal parece que fue ayer que la historia de Los Cinco tocaba nuestras puertas. Pero no es así, ha trascurrido, y más aún cuando a René como a Gerardo, Ramón, Fernando y Antonio le han robado otro privilegio.

La llegada de un hijo, o más aún de un nieto, siempre es motivo de orgullo y alboroto en una casa. A los Cinco como la gran familia que son, le arrancaron ese placer de acariciar y sentir de cerca el nacimiento de Ignacio René, el primogénito nieto de los Cinco, como dijera Ramón en un mensaje reciente.
   
Irmita González, la hija mayor de René, dio a luz este martes a ese bebé que pesó seis libras y ocho onzas, cargado de pelo, algo que ella ni su madre Olga pensaron. Hubo que hacer cesárea porque Irmita no dilataba, pero nada de eso puso su rostro nervioso gracias a ese calor humano que existe en Cuba.
   
Todavía con los dolores, con las horas robadas al sueño y sobre todo con la emoción de esa primera experiencia, Irmita nos recibió en el Hospital Hijas de Galicia, donde fue atendida desde su gestación por un equipo multidisciplinario, el mismo que a diario realiza las consultas en esa institución médica con mucho amor.
   
“Me siento bien, ojala abuelo René y el resto de los Cinco pudieran estar aquí para poder verlo y acariciarlo como quisieran. El calor que he recibido de todas las personas y de los médicos es algo que no puedo evitar decir, ha sido todo maravilloso.
   
“A esta oportunidad de poder ser mamá también esta ligada ese gesto de las personas que están a tu lado, que te pasan la mano, que están pendiente de todo, del nacimiento y evolución del niño, de la familia… no solo conmigo sino con todo el que llega a cualquier hospital cubano. Eso es algo que te da mucho aliento y te invita a sentirte segura”, dice.
   
Con palabras entrecortadas y casi sin poder evitar las lágrimas, afirma que aunque no se crea, el tiempo ha pasado y más aún cuando se tiene un bebé y sientes que “esa persona que como tú lo ha deseado, no puede estar ahí para compartir ese momento de jolgorio, de la foto, de cambiar el pañal o de acariciarlo.
   
“Todos los abuelos, los de aquí y los de allá desde la distancia, están locos de alegría a pesar de que esta fue otra de esas oportunidades que le quitaron. Mi mamá salió hace unos minutos de aquí porque desde el mismo día que llegué no había salido. Ella está loca con Ignacito René y por su cantidad de pelo le hace hasta los pinchos”.
   
Y en medio de los ajetreos de una maestría en Psicología, que hace poco terminó, Irmita vivió los días del embarazo y se preparó con mucho anhelo para este momento: el de la maternidad. Y aunque muchos piensen que no, René, el padre y ahora abuelo que desde la distancia ha educado a Irmita y hará lo mismo con el pequeñuelo, estuvo allí al tanto de cada detalle.
   
Según cuenta, el constante sonido del teléfono vivió a su lado desde mucho antes de entrar en el salón de parto y hasta que todo terminó.
   
“Mi papá exigió las fotos de ese primer día y cuenta que -como decía que el pequeño nacería idéntico a él- fue capaz de coger las fotos y ponerle cejas y bigote para que se pareciera al abuelo.
   
“La verdad es que el niño no se parece en nada a mi papá, veremos si con los días coge algo de él.  Quisiera tanto que hubiese estado aquí para que lo mimara y desde ya pudiera sentir ese amor de quien como nosotros lo deseamos tanto. Pero dice su papá que compartirá el espacio del juego a la pelota y hasta de subir el Turquino con el abuelo”.
   
Y aquella noche, después de la una de la madrugada cuando Irmita "rompió la fuente", como decimos los cubanos, muchos fueron los que en el hospital estuvieron despiertos en espera de esa madre que traería al mundo un bebé sufriendo ya, porque un gobierno priva a los seres humanos del derecho a la justicia y a la vida.
   
Desde el médico hasta la enfermera, como cualquier otra persona que estuvo allí desde que se conoció el embarazo de Irmita, coinciden en señalar su disciplina y disposición a cumplir con cada indicación, sobre todo esa del peso para que no afectara en nada.
   
En ellos, que los inundó el nervio no solo por lo que hacen a diario, sino además por la causa de Los Cinco, está el agradecimiento eterno de la familia y de los cubanos todos. (Por Susana Gómez y Yuniel Labacena, AIN)