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Boca de Samá, pueblo vigilante a 41 años de criminal ataque

Boca de Samá, pueblo vigilante a 41 años de criminal ataque Desde octubre de 1971, el poblado de Boca de Samá, en el municipio de Banes, provincia de Holguín, se erige como tribuna de condena al terrorismo, por haber sido, precisamente, uno de los sitios de la geografía cubana donde las manos del Imperio dejaron sus huellas asesinas.

Cerca de las 10:00 de la noche del 12 de octubre de ese año mientras la humilde comunidad pesquera dormía tranquilamente, todos sus habitantes saltaron en sus hogares ante las cargas de ametralladora de una lancha madre, que despiadadamente abrió fuego tras penetrar a la pequeña ensenada del caserío.

Todo fue como para cumplir un plan más de invasión mercenaria de la CIA a la Isla e intentar sembrar el terror y el pánico en la población.

En la criminal acción perdieron la vida, en desigual combate, los miembros del Ministerio del Interior (MININT) Lidio Rivaflecha Galano y Ramón Siam Portelles, quienes con sus pistolas como armas de protección en el recorrido de guardia nocturna se enfrentaron valientemente a los invasores.

La sangre de los valerosos guardafronteras se derramó mientras uno y otro intercambiaron casi cuerpo a cuerpo contra los mercenarios, que en medio de la oscuridad de la noche ya habían penetrado hasta la tienda del poblado.

Rivaflecha y Siam cumplían en esos instantes su normal recorrido de vigilia por la costa de Boca de Samá, acompañados por el entonces jefe del punto de Guardafronteras del lugar, Carlos Escalante Gómez, quien resultó gravemente herido en la acción y sobrevivió gracias a las múltiples intervenciones quirúrgicas a las que fue sometido.

A 41 años del horrendo crimen de Boca de Samá, Escalante permanece aún vigilante de sus costas como reservista jubilado del MININT y dispuesto a enfrentar a quienes intenten volver a pisar tierra en ese litoral del norte oriental de la Isla.

Nancy Pavón, víctima de ataque terrorista en Boca de Samá, CubaLas descargas de aquella noche sobre el caserío ocasionaron heridas graves a otros vecinos, como a las hermanas de apenas 15 y 13 años de edad, Nancy y Ángela Pavón, quienes fueron alcanzadas por las metrallas mientras dormían en su hogar, ubicado en la parte más alta del poblado.

Nancy fue la más afectada, pues las balas cercenaron uno de sus pies, y las heridas impidieron que se estrenara los añorados zapatos blancos con motivo de sus 15 primaveras; además le dejaron huellas imborrables del hostil suceso perpetrado por bandas contrarrevolucionarias asentadas en el sur de La Florida.

Jesús Igarza, obrero agrícola y vecino de la comunidad, resultó otra de las víctimas por los impactos de los disparos yanquis sobre Boca de Samá, poblado que hoy, a más de cuatro décadas de la sórdida acción permanece en vigilia para repeler cualquier intento de nueva agresión.

Por Alfredo Carralero Hernández/ AIN.