Peligra estabilidad política de Irak por creciente tensión sectaria

Bagdad, 7 abr. – La recriminación entre bloques políticos por la cancelación de una conferencia nacional, prevista inicialmente para el pasado jueves, ahondó hoy el peligro de inestabilidad en Irak, en medio de tensiones entre chiitas, sunnitas y kurdos.

La reunión gestionada por el presidente iraquí, el kurdo Jalal Talabani, debió celebrarse el 5 de abril, pero la retirada a última hora de la gubernamental Alianza Nacional (AN, chiita) avivó las fricciones con la coalición Al-Iraqiya (AI, con predominio sunnita).

Voceros del bloque legislativo de AI reprocharon al primer ministro, el chiita Nouri Al-Maliki, que ignora a sus socios en el gobierno y concentra en sus manos demasiado poder, al controlar también los vacantes Ministerios de Defensa e Interior, y las fuerzas de seguridad.

La Conferencia Nacional se concibió para solucionar o, al menos, aplacar divergencias entre líderes políticos sobre la repartición del poder, impulsar la reconciliación, revisar la política petrolera, particularmente en el Kurdistán, asuntos de seguridad y otros.

Además, se pretendía discutir la estructura del sistema federal imperante en Irak, pero a las críticas de Al-Iraqiya se añadió el agravamiento de los vínculos con el bloque kurdo.

La región petrolera y autónoma del Kurdistán iraquí difiere con el gobierno central en la política sobre su principal recurso energético, además de la fricción por la protección dada allí al vicepresidente sunnita del país, Tareq Al-Hashemi, prófugo de la justicia.

Autoridades de la norteña región del Kurdistán anunciaron la semana pasada que pararían la exportación de hidrocarburo debido al impago del gobierno federal de Bagdad a compañías internacionales por su trabajo en Irak, país carente de una ley para gestionar su gas y su petróleo.

Con el boicot de sunnitas y kurdos, y la percepción de los chiitas aliados de Al-Maliki en la AN de que no había agenda consensuada, quedó virtualmente sepultada la posibilidad de realizar la conferencia.

Otro asunto espinoso que hace peligrar la frágil estabilidad es la "campaña sistemática de persecución" contra los árabes sunnitas, según denunció el vicemandatario Al-Hashemi desde Arabia Saudita, a donde viajó el miércoles último procedente de Catar.

Al-Hashemi, que de acuerdo con el gobierno saudita podría quedarse allí hasta que Al-Maliki sea derrocado "por medios democráticos", afirmó que más del 90 por ciento de los detenidos en Irak son sunnitas, y criticó al gobierno por la "corrupción diseminada en el país".

La justicia iraquí acusa a Al-Hashemi de financiar y dirigir escuadrones de la muerte que atentaron contra líderes y objetivos chiitas entre 2005 y 2011, delitos que el afectado niega y considera obedecen a "móviles políticos y sectarios" alentados por Al-Maliki.(PL)