La salida será lenta y a largo plazo

Se puede discrepar o no. Las ideas se escuchan con gran respeto. Esa es la razón —unida a la cálida acogida— que lo hace volver una y otra vez a La Habana, especialmente a las citas de Globalización y Problemas del Desarrollo.

Economista por consejo de su padre, encontró mayor vocación en las investigaciones, vertiente en la que mereció el premio Nobel de Economía 2006 por "sus análisis sobre compensaciones internacionales en la política macroeconómica", según informó entonces la Real Academia Sueca de las Ciencias, la que realzó que sus estudios habían "ahondado nuestro conocimiento de la relación entre los efectos de corto y largo recorrido en la política internacional".

Edmund Strother Phelps, nació el 26 de julio de 1933 en Evanston, estado norteamericano de Illinois. Inició su formación como economista en 1951 en el Amherst College. En 1981 fue nombrado miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y en el año 2000 lo reconocen como miembro distinguido de la Asociación de Economía Americana.

Para el eminente profesor estadounidense la actual coyuntura requerirá no menos de diez años para poder hablar de alguna salida, porque "habrá una recuperación muy lenta de las actividades económicas y el grado de recuperación dependerá del progreso en la reforma del sector financiero", sostiene.

Según Phelps, la visión altruista de la regulación gubernamental terminó perdida en las complejas redes de las contradicciones del mercado, confirmación de que décadas de gestión neoliberal marginaron las normas más elementales y sumergieron al mundo en la primera gran crisis del siglo XXI.

¿Logró pronosticar algo de la situación presente?

Por ejemplo, me percaté de que se produciría un acelerado y creciente desempleo.

A principios del 2008 percibí, además, que el sector bancario estaba casi insolvente. Tenemos que practicar eutanasia de los grandes bancos y reemplazarlos por bancos que hagan inversiones clásicas, que inviertan, que presten al sector de los negocios para inversiones a largo plazo y para innovación tecnológica".

También es del criterio de que en general no es deseable socializar las pérdidas, porque resulta "un peso sobre los contribuyentes de impuestos, cuando ese peso lo tendrían que llevar los inversores, pero es muy difícil imaginar que Citibank fracase, que vaya a la bancarrota, o que AIG (American International Group, gigante de seguros) también, y es difícil pensar que colapse la industria de automóviles, más si está situada en una ciudad populosa como Detroit y no podemos dejar que Detroit caiga. ¿Cómo no socializar las pérdidas?"

Al preguntarle sobre el futuro que le augura al sistema capitalista, dijo que pese a la crisis, es muy difícil hablar aún del fin del capitalismo, porque "ya se han pasado por otras experiencias y desafíos como en 1948, en los primeros años del siglo XX, o cuando la Gran Depresión del 30, y regresa".

No obstante, en el presente, aunque existan elementos de la crisis que se repitan "hay mucha incertidumbre. Lo que tenemos hoy es diferente a lo que se vivió hace 50 o 100 años atrás".

A su juicio, la convocatoria a una cumbre en la ONU sobre la crisis en junio próximo puede servir como un modo de llegar a tener más consenso y más enfoque, "pero pienso que todavía falta mucho para poder encontrar una solución".