Cultura

De fiesta el espíritu imaginario y andariego de los títeres

De fiesta el espíritu imaginario y andariego de los títeres La Habana, 21 mar . – De oficio de hombres libres calificó el afamado escritor uruguayo Eduardo Galeano el arte de los titiriteros, manifestación escénica que hoy celebra su día internacional con el mismo espíritu andariego e imaginario de sus orígenes.

De pueblo en pueblo anda este actor, con su retablo a cuestas y esos amigos inseparables: los títeres, quienes cobran vida a través de personajes, muchas veces imborrables como el cubano Pelusín del Monte, para contar historias que apuestan por la dignidad humana.

Figura mítica en la historia del teatro, el animador de muñecos ha sobrevivido al tiempo y a los menosprecios de aquellos que lo consideran un artista menor, pero que solo ellos saben cuánta entrega y complicidad requiere cada puesta, en su afán de maravillar y sorprender al público.

Como expresara el pintor y titiritero español Joan Baixas, en el mensaje internacional por la efeméride, "cada vez que animamos un personaje firmamos una declaración de independencia".

"Hija rebelde de las artes de la imagen y la palabra, de la interpretación y la narración, la marioneta afirma el compromiso con la inocencia y el paraje de la felicidad, además de convocar el otro extremo: la crueldad, a quien conviene tomarle las medidas del traje y mirarle a la cara con sarcasmo", concluyó.

Dar vida a lo inerte y a las sombras, en un espectáculo donde las manos, la sagacidad y la creatividad también imponen su ritmo en un espacio muy reducido, es tal vez la imagen más exacta que distingue esta representación escénica que en los años 50 y principios de los 60 del siglo pasado tuvo gran auge en La Habana.

La primavera ya comenzó, y con ella la fiesta de los títeres, un suceso que este año en el caso cubano celebrará los 50 años de la creación de los primeros guiñoles de la época revolucionaria "nacidos del empeño y el magisterio de los hermanos Camejo y Pepe Carril, sin los cuales no seríamos los mismos", a juicio del crítico, escritor y dramaturgo cubano Norge Espinosa.

En un árticulo dedicado a la efeméride, opinó que la nueva generación de titiriteros tienen el deber de rendir tributo a esos líderes, que "hace poco más de 60 años ya imaginaban una isla poblada de retablos".(PL)