Cultura

El ballet cubano en letra impresa, una enciclopedia fascinante

La Habana, 20 feb.- La historia del ballet en Cuba, desde sus primeras huellas a finales del siglo XVIII hasta el presente, fluye en un libro recién presentado aquí, amasado con el rigor de la investigación acuciosa y la gracia y levedad de la escritura. La feria editorial Cuba 2012 -itinerante ahora por todo el pais- fue su puerta de salida el fin de semana último, en el Centro Dulce María Loynaz, colmado por una multitud de estudiantes de danza, críticos, periodistas, escritores y aficionados a un arte devenido orgullo de la isla.

El autor de esta aventura fascinante, Miguel Cabrera, historiador de la compañía dirigida por la prima ballerina asssoluta Alicia Alonso, registró con pulso certero los primeros atisbos de la danza clasica en la capital habanera con la llegada del profesor de baile Juan Guillet, de "procedencia quizas francesa o catalana".

Fue el primero, refiere, en enseñar las reglas del baile clásico. Llegó contratado el 10 de julio de 1800 para prestar servicios en un nuevo teatro en construcción, un rústico coliseo de madera con techo de guano, enclavado en los terrenos de lo que es hoy el Parque de la Fraternidad y el Capitolio Nacional citadino.

Dos meses después, el 28 de septiembre, tendría lugar la primera puesta en escena de un ballet en Cuba, Los leñadores, "un baile pantomímico", cuyos pormenores permanecen en brumas.

Cabrera, quien confesó ser capaz de pasarse tres días insomne -si es preciso- para comprobar hasta la saciedad la certeza un dato encontrado, se pasea con soltura por las 360 páginas en las que da cuenta de hallazgos felices, como el estreno de la versión completa de Giselle en 1849 en el antiguo teatro habanero Tacón.

De la etapa colonial al surgimiento del Ballet Alicia Alonso, luego Ballet Nacional de Cuba, el autor lleva de la mano al lector en un viaje en el cual la erudición en brazos de la amenidad atrae por igual al especialista y al hombre común.

Bajo el título El Ballet en Cuba. Apuntes históricos, Miguel Cabrera entrega en realidad una enciclopedia de obligada referencia, una historia enhebrada con sabiduría sobre los orígenes y evolución de un arte que se despoja en la isla de toda vestidura elitista para transformarse en uno de mayorías.

Desde sus tres figuras fundacionales: Alicia, Fernando y Alberto Alonso, por sus páginas desfilan tambien las sucesivas generaciones y sus grandes estrellas, en un arco tendido de Jorge Esquivel a José Manuel Carreño y Carlos Acosta o las cuatro joyas como las identificara el crítico inglés Arnold Haskell: Josefina Méndez, Aurora Bosch, Mirta Plá y Loipa Araújo.

También María Elena Llorente, bautizada por el crítico como "una soprano de la danza"; y Marta García "una actriz del ballet, expresiva de pies a cabeza".

Junto a ellas, la constelación más reciente: Viengsay Valdés, Anette Delgado, Sadaise Arencibia, Janela Piñera, Aihaydée Carreño, Bárbara García. Nombres que que sintetizan una estirpe -detallada individualmente en el volumen- de bailarines y bailarinas de un rango inusitado.

Profusamente ilustrado, enriquecido con documentos, críticas y entrevistas personales, con un registro minucioso de las principales presentaciones y países visitados y un repertorio de más de medio millar de obras, el libro ofrece un retrato palpitante y humano de una compañía cuya vida el autor ha compartido día a día.

Como apunta la contraportada del libro, lo ha hecho desde muy adentro, desde una relación afectiva mantenida durante más de 40 años, sin dicotomía entre el ser humano y el profesional de larga trayectoria como investigador y pedagogo.

Miguel Cabrera ha tenido la sabiduría de hilar el dato de archivo, rastreado con la tenacidad de un cazador en acecho, y el calor de la vivencia propia irradiando en cada página. (PL)