Economía

El menú azotado nuevamente por el mercado internacional

La pócima amenaza con derramarse otra vez sobre la mesa. No es un presagio fabuloso para sazonar caldos de ficción, sino el fundado pronóstico de una nueva grieta en las ollas, sobre todo, en las de los pobres: el previsible aumento de los precios de los alimentos en el mercado internacional.

Insertado en los azotes apocalípticos galopantes en el mundo, el anuncio proviene de una fuente confiable.
  
José Graziano da Silva, director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO),
afirmó en una conferencia de prensa en Roma  que la volatilidad de los precios de los alimentos seguirá en 2012 con muy pocas reducciones, pese a la desaceleración económica.
  
La información expone, además, entre otros elementos, que las cuantías no subirán como en los últimos dos o tres años, pero tampoco -según los cálculos- disminuirán.
  
El hecho entraña la agravante particularidad de corresponder a un entorno universal con cerca de mil millones de personas en el umbral del hambre, no obstante la posibilidades del orbe para alimentar a más de sus siete mil millones de habitantes.
  
Cuba planificó importar en 2012 productos alimenticios por mil 717 millones de dólares, de acuerdo con uno de los informes presentados en diciembre en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
  
La partida incluye los cálculos del ascenso de los precios, por lo cual, por ejemplo, en la compra de arroz el mazazo será de cinco millones 200 mil dólares más si el aumento es el mínimo de las oscilaciones esperadas.
  
Los desembolsos estimados para la presente etapa tienen un atenuante relativo: el incremento de la producción nacional permitirá decrecer volúmenes de compras en el exterior, pero aún el gasto permanecerá abrumador.
  
El 2012 estuvo antecedido por un año también con la explosión de las erogaciones monetarias en el mercado foráneo.
  
Fisuras internas enturbiaron más ese panorama, con incumplimientos, entre otro renglones, en carne vacuna y de cerdo, leche de vaca, frijoles y maíz. 
  
Ello provocó cuantiosas inversiones por encima de las
previstas para 2011.
  
Las alzas de las tarifas y el déficit en la ejecución de los planes convergen en un “tsunami” generador de marejadas como el requerimiento de transferir, a la compra de alimentos, montos financieros destinados a diversos proyectos de desarrollo.
  
Es un desafío entre la espada y la pared.Las cuentas son claras y el gasto espeso.
  
Importar es una necesidad, incluso en los países situados en el pináculo del poderío económico, pero si entraña una incidencia devastadora entonces pone en riesgo hasta la estabilidad de los más fuertes.
  
En Cuba urge revertir, sin retrocesos, la obligación de obtener desde el extranjero colosales volúmenes de alimentos. Es una necesidad de seguridad nacional.
  
Urge dinamitar, sin perspectiva de retorno, los escollos disímiles y copiosos en ese camino.
  
No hay otra alternativa que arrojar al cesto de los desperdicios el plato viejo y a la vez nuevo de los pagos obesos aderezados con las producciones famélicas.(AIN)