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El ciclo interminable de la reproducción marina

El ciclo interminable de la reproducción marinaAunque las áreas protegidas constituyen una práctica aceptada por más de un siglo para la conservación de los ecosistemas terrestres, en el caso de las marinas forman parte del enfoque relativamente nuevo y promisorio a fin de resguardar los recursos del mar. Una de las decisiones en ese sentido es la prohibición de la pesca u otra actividad económica que pueda provocar perturbaciones significativas.

Sin embargo, es hecho incontrovertible que persisten muchas pesquerías de aguas tropicales, en virtud de la existencia de refugios naturales, donde determinadas especies encuentran abrigo seguro desde el cual, mediante su reproducción, suministran nuevos individuos en el ciclo interminable de vida.

Mientras que en la etapa juvenil la mayor parte de la energía suplementaria del alimento es dedicada al crecimiento, los adultos tienden a aumentar con más lentitud en su afán de aportar a la multiplicación.

Pero la fecundidad de la gran mayoría de las especies comerciales es incrementada de manera geométrica con la edad de los animales.

Incluso, se ha reportado que un pargo de 61 centímetros puede producir tantos huevos como 112 pequeños de 42 centímetros, según el Doctor en Ciencias Biológicas Julio A. Baisre, en su libro “La vida en el mar”.

Este es uno de los argumentos que esgrimen los impulsores del establecimiento de reservas pesqueras marinas con el propósito de proteger a estos individuos mayores, de acuerdo con Baisre, experto en conservación y uso sostenible de los recursos de la naturaleza. Otro razonamiento convincente, valora, proviene de los estudios sobre el ciclo de vida de las especies del mar.

En la medida en que crecen, los organismos se mueven progresivamente hacia las zonas más profundas de la plataforma submarina donde abundan los refugios que, por lo general, no son accesibles a las artes de pesca.

El principio de tales reservas es el de preservar las zonas de la explotación pesquera, ya sea por cambios tecnológicos, necesidades económicas o por el desarrollo progresivo de la maestría de los pescadores. No obstante, lo cierto es que cada día es más intensa e incorpora nuevos espacios a los lugares tradicionales de pesca.

La existencia de esos abrigos naturales parece ser una de las explicaciones a los elevados indicadores de elasticidad que muestran muchas poblaciones de recursos pesqueros tropicales sometidos a explotación desmedida, de modo que la zona profunda del talud de las plataformas marinas de muchas regiones tropicales es refugio para poblaciones con mayor talla que se salvan así de la voracidad de los pescadores.

Por eso nadie duda de que esa suerte de “banco de reproductores” ejerza influencia beneficiosa sobre el resto de sus congéneres. En esencia, las reservas pesqueras marinas son de reciente creación y muy recomendables para la protección de los recursos asociados a los arrecifes coralinos.

Tanto es así que son utilizadas en Kenya desde 1968; en Australia y Nueva Zelanda desde mediados de los años 70, al  igual que en Bermudas, Estados unidos y en el Caribe. (Por Lino Luben Pérez, AIN)