Hambre y sed de justicia en Día Mundial de la Alimentación

Hambre y sed de justicia en Día Mundial de la AlimentaciónMientras europeos tiran a la basura todos los años toneladas de alimentos que no llegan a consumir. Un sinnúmero de personas y niños pasan hambre en el mundo y sufren malnutrición. En cada período que transcurre, casi 11 millones de menores de cinco años mueren como consecuencia directa o indirecta del hambre y la alimentación inadecuada o insuficiente, otros padecen enfermedades relacionadas con la falta de vitaminas y minerales, o por la contaminación de los alimentos y el agua.

Es monstruoso el despilfarro de recursos procedentes de los hogares de países ricos, empresas de producción, y supermercados. Estas cantidades de alimentos desorbitadas se deben a una producción alimentaria excesiva, una conservación indebida de los productos y a los hábitos de derroche entre los consumidores. Que en mucho de los casos no se llegan a vender sólo porque su forma o color no gustan a los compradores.

La mundialización del hambre aparece como una realidad vinculada no sólo a la pobreza, sino también a otros factores como las guerras, los conflictos sociales, la deuda externa, la concentración de tierras, las prolongadas sequías en determinadas regiones y los desastres naturales.

El Banco Mundial en su informe La pobreza y el hambre define la seguridad alimentaria como “el acceso de todas las personas, en todo tiempo a cantidades de alimentos suficientes para una vida activa y saludable”. Sus elementos esenciales son: la disponibilidad de alimentos y la posibilidad de adquirirlos.

La Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), añade otros dos elementos: la estabilidad en los suministros y la aceptación cultural de los alimentos, y subraya la necesidad de establecer normas comerciales estables y equitativas para garantizar la seguridad alimentaria.

En el mundo hay suficientes bienes para todos, solo hay que repartirlos equitativamente. La justicia o la injusticia también pasa por las mesas. La lucha contra el hambre es responsabilidad no solo de los gobiernos y las organizaciones benéficas. Implica a cada ser humano, como parte del presente y también del futuro.

Es una vergüenza para el mundo la situación precaria de zonas como el África subsahariana donde el hambre se enseñorea y se convierte en tortura y lenta agonía para la mayoría, mientras los ricos profundizan más la brecha que los separa de las calamidades para refugiarse en sus confortables y lujosos habitáculos.

Es importante la movilización solidaria de hambrientos y sedientos de justicia para saciar el hambre y sed físicas. (Katia Rodríguez Pérez/ Radio Santa Cruz)