Béisbol panamericano: hito y compromiso hacia nuevas victorias

El equipo cubano de béisbol, bajo la dirección de Rey Vicente Anglada, llegó a Rio de Janeiro, Brasil, en 2007, con la expectativa de hilvanar su décimo campeonato consecutivo. Con ese objetivo en la mira, se conformó un conjunto que, en primera instancia, tenía madera suficiente para llevar tan loable empeño a feliz término.

Ariel Pestano y Eriel Sánchez fueron los receptores; en la defensa del cuadro estuvieron Alexander Malleta, Luis Miguel Nava, Eduardo Paret, Yulieski Gourriell y Alexei Ramírez; mientras en las praderas se posicionaron Frederich Cepeda, Osmani Urrutia, Yorvis Duvergel, Yoennis Céspedes y Yoandri Urgelles.

El cuerpo de serpentineros, compuesto por ocho miembros, tuvo una característica especial. Por vez primera en confrontaciones continentales hubo paridad en el número de zurdos y derechos del staff. Por los de la mal llamada mano equivocada, Norberto Gónzález, Elier Sánchez, Aroldis Chapman y Adiel Palma integraron el cuerpo monticular.

En cuanto a los diestros, Pedro Luis Lazo, Norge Luis Vera, Yunieski Maya y Jonder Martínez tenían la responsabilidad de servir los envíos por la nave antillana.

La decimoquinta edición beisbolera de la Fiesta de América sería amenizada por ocho combinados provenientes de República Dominicana, México, Panamá, Estados Unidos, Nicaragua, Venezuela, el país anfitrión y el de la Mayor de las Antillas a partir del 14 de julio de ese año.

Los equipos fueron subdivididos en dos llaves. La A, conformada por Estados Unidos, Brasil, República Dominicana y Nicaragua; y la B, animada por Cuba, Panamá, México y Venezuela. Se jugaría por el sistema de todos contra todos dentro de cada grupo, y los dos mejores de cada uno avanzarían hasta las confrontaciones semifinales.

Ya en ese punto, el primero del A confrontaría al segundo del B y viceversa. Los empates dentro de un pool favorecían al conjunto que hubiese permitido el menor número de carreras, y esta circunstancia, a su vez, lo conducía a la etapa de muerte súbita.

Hubo gran expectación a raíz de la lid debido a la participación en ella de jugadores que habían ocupado papeles protagónicos en las ligas mayores con anterioridad, tales como Luis Polonia, por los quisqueyanos; y Karem García, en representación de los mexicanos por solo citar dos casos.

Asimismo, Panamá y Nicaragua enviaron a la cita lo mejor que tenían; mientras Estados Unidos se apareció con un equipo cuajado de promisorios jugadores universitarios, con las miradas puestas en venideros "drafts" para integrar conjuntos de las Grandes Ligas.

La competencia no comenzó bajo los mejores augurios para Cuba, pues resultaron derrotados por los panameños en la primera confrontación. El zurdo Eriel Sánchez permitió cuatro anotaciones en la quinta entrada, suficientes para que los canaleros salieran por la puerta ancha, en el primer choque, 4 carreras por 3.

Sobresalieron en dicho partido, Giorvis Duvergel (3 en cuatro) por Cuba, así como el inicialista istmeño Audes de Léon con igual número de inatrapables en cuatro turnos al plato.

De disminuir la tensión dentro de la maquinaria cubana se encargó Adiel Palma, quien lanzó seis sólidos innings (10 ponches y cuatro jits permitidos) frente a México, antes de ceder el puesto a Pedro Luis Lazo. Este, tal y como era su costumbre, cerró el puerto a los "mariachis" para asegurar el triunfo de 8-1. Hubo destaque ofensivo para Alexander Malleta, con tres inatrapables, incluidos dos jonrones, y el antesalista Yulieski Gourriel.

Los panameños siguieron su paso y alcanzaron la segunda victoria a costa de Venezuela 4-1; mas archivaron su primer descalabro ante México 9-0 en la tercera fecha; al tiempo que Estados Unidos se imponía a República Dominicana 5-1.

Los cubanos, por su parte, se mostraban por debajo de sus potencialidades tal como lo demostró el partido versus Venezuela. Si ganaron esa confrontación fue gracias a los cuatro errores cometidos por los morochos, ya que todas sus anotaciones en el triunfo de 4-3 fueron sucias.

Sobre lo reñido del certamen, da fe la posición final de las escuadras en su etapa clasificatoria después de 12 choques. El Pool A mostraba a Estados Unidos con 3-0, seguido de Brasil, RD y Nicaragua, por ese orden, con 1-2. El B, por su parte, tuvo como resultado un empate de 2-1, en sonrisas y fracasos, entre Cuba, Panamá y México; mientras Venezuela no pudo hacer la cruz.

No obstante, Estados Unidos y Nicaragua quedaron clasificados para el cruce por el A; al tiempo que Cuba y México se erigieron como los representantes del B.

El pareo entre México y los universitarios yanquis, que fue sumamente cerrado- 2-1- a favor de los últimos, encontró decisión en el quinto capítulo, cuando Logan Forsythe empujó la carrera del triunfo con uno de sus tres imparables La victoria se la acreditó Matusz, quien tuvo en el mexicano Francisco Campos a un digno rival.

El combinado cubano, por su parte, contó con excelente labor del camagüeyano Eriel Sánchez, quien en esta ocasión se hizo justicia, y pintó de blanco a los pinorelos durante siete entradas, para alcanzar una sonrisa de 4-0. Giorvis Duvergel se lució bate en ristre con tres jits en cinco turnos, y una carrera impulsada.

Tocó, pues, a los animadores continentales de siempre, reeditar una nueva porfía por el pergamino áureo. El enfrentamiento encontró decisión en el tercer capítulo, cuando Cuba pisó el plato en dos oportunidades, y remató con otra raya en el cuarto. Los norteños ripostaron con una, pero ahí se quedaron, pues Adiel Palma estuvo en tarde de gala y solo pudieron conectarle cinco sencillos en 7 2/3 de actuación, antes de dar paso a Pedro Luis Lazo, quien cerró a todo tren.

Otros héroes del choque resultaron el inicialista Alexander Malleta con doblete de dos carreras, y el bateador designado Osmani Urrutia, en tarde perfecta, de 4-4.

En salomónica decisión, el Comité Organizador decidió otorgar sendas medallas de bronce a los combinados de Nicaragua y México, que no chocaron debido a las torrenciales lluvias que impidieron celebrar el partido. .

Ese décimo título panamericano a hilo logrado por Cuba en Río constituye un hito muy difícil de superar, y, a su vez, se ha convertido en acicate para que el béisbol de la Isla retome el sendero del triunfo en torneos de alto rigor cualitativo. Eso esperamos. (PL)