Filtros ecológicos contra la biodegradación

Las cuencas hidrográficas son los ecosistemas de montaña más frágiles y susceptibles a la influencia negativa de las labores culturales del cafeto, los tratamientos fitosanitarios y el vertimiento de las despulpadoras del grano.

Tales acciones provocan daños en semejantes entornos y afectan su biodiversidad, según especialistas del Departamento Agropecuario de la Facultad de Química, perteneciente a la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba

En investigación sobre el particular, los expertos diseñaron la biotecnología de fitorremediación natural, que denominaron filtros ecológicos, para propiciar la contención y biodegradación acelerada de agrotóxicos y derramamiento de desperdicios industriales.

La iniciativa se basó en el uso de los hongos microrrizógenos, sobre todo por su capacidad de emulsionar las grasas y acelerar la biodegradación, propiedad intrínseca de los biosurfactantes.

Con vistas a evaluar el sistema que concibieron, escogieron cuatro subcuencas del río Sevilla, en el municipio de Guamá, de la provincia de Santiago de Cuba, coincidentes con áreas aledañas a cafetales.

Cada una de ellas recibió su tratamiento específico, como receptora de efluentes contaminados plaguicidas; otra, la descarga de la agroindustria cafetalera o despulpadoras, y la tercera sirvió de variante experimental, al ser objeto de los beneficios de las barreras de contención o filtros ecológicos.

La última apenas fungió como testigo de la operación, solo que participó sin ser contaminada.

Los autores del estudio calificaron de positivos sus resultados tras la fase práctica y de inmediato comenzaron a aplicarlos y a generalizarlos en varias cuencas santiagueras, y en asentamientos del municipio de Palma Soriano.

También en zonas cafetaleras y forestales del Tercer Frente y de la Gran Piedra, y en áreas con similares cultivos cercanas a la ciudad capital del territorio oriental, considerada la segunda en importancia del país después de La Habana.

En los lugares donde realizaron el proceso de innovación tecnológica, comprobaron sus beneficios sociales y ambientales, al impedirse en todos los casos la lixiviación y correntía de plaguicidas en el suelo.

Incluso, lo verificaron hasta en el sentido de la pendiente, más allá de los cinco metros del punto de depósito, en la contaminación de las aguas y en los mantos acuíferos de las cuencas hidrográficas circundantes.

Por último, y no menos revelador, propiciaron la degradación aceleradas de los agrotóxicos.

Hecho sintomático es que los profesionales santiagueros siguieron la tónica predominante de la investigación científica en la nación: la integración de las instituciones para cerrar el ciclo desde el diseño hasta la comercialización del producto o servicio.

En ese sentido, recibieron la colaboración de los Centros Provinciales de Estudios de Biotecnología Industrial, de Lombricultura y el de Biodiversidad y Ecosistema, además del Laboratorio de Suelos y Fertilizantes. (AIN)