Los oficios son necesarios, más aún en tiempos de crisis

Los oficios son necesarios, más aún en tiempos de crisis La sociedad cubana experimenta hoy el resurgir de los oficios. Atrás quedaron los tiempos en que casi exclusivamente se veían barberos, zapateros, plomeros o carpinteros de edad avanzada, como si dedicarse a cualquier oficio fuera algo del pasado o sencillamente “cosa de viejos”.

Con el redimensionamiento de la política económica y laboral impulsada por el gobierno, el valor de poseer un oficio ha propiciado un giro notable, y muchos se animan a desentrañar los secretos de labores que han demostrado su utilidad desde tiempos inmemoriales.

Dominar el arte o habilidad manual está hoy en la mira de gran cantidad de jóvenes y hasta de adolescentes, quienes ya no conciben esa actividad como algo de poco nivel o denigrante, sino como forma de crecimiento personal y de aumento de los ingresos familiares.

Erróneas concepciones pierden terreno en la Cuba de hoy, donde las personas toman conciencia de que no solo se alcanza el reconocimiento social con un título de ingeniero o abogado, ya que cada vez más escuchamos frases como: “Manolito es tremendo albañil”, “Yo nada más que le llevo mis zapatos a Reinaldo” o “Tere, la costurera, me hizo el vestido como de revista”.

La cuestión es que cada cual, según sus aptitudes y competencias, puede y debe, sin complejos y con dignidad, encontrar el modo de contribuir al desarrollo de la nación.

Los oficios son necesarios, más aún en tiempos de crisis económica mundial.

Mientras más personas haya dotadas de habilidades, amor por su trabajo y deseos de hacerlo con calidad, crecerán las opciones y todos los cubanos tendremos oportunidades de costear desde elementales arreglos en los hogares hasta alguna que otra vez regalarnos una cartera, la camisa artesanal u otro artículo anhelado por largo tiempo.

En ese sentido, es primordial potenciar los programas docentes, con el consiguiente apoyo estatal, para que cada año egresen de los centros educacionales nuevos electricistas, mecánicos y obreros calificados con elevado nivel de preparación y listos para ofrecer servicios de gran valor social.

Cuba creó el 30 de abril de 1882 la primera escuela de artes y oficios de América Latina, la cual está enclavada en el municipio de Centro Habana y desde 1928 lleva el nombre de Fernando Aguado y Rico, uno de sus impulsores.

Aunque actualmente es un Politécnico de Informática, en tiempos fundacionales sus creadores trabajaron durante cinco años sin recibir salario, y ofrecieron de forma permanente preparación gratuita en diversas labores a los estudiantes, quienes en su mayoría procedían de familias humildes o eran hijos de esclavos o libertos.

Es una tradición que los cubanos no podemos desconocer; por su importancia, debemos darle continuidad y restituirle a los oficios su justo valor, más allá de prejuicios y etiquetas. (Por Dai Liem Lafá Armenteros, AIN)