La Esquina del jazz pide reconocimiento

La Esquina del jazz pide reconocimientoDesde 1945 el jazz encontró asilo en una esquina del capitalino municipio de Arroyo Naranjo, y a más de 60 años del suceso, aun dicho proyecto no cuenta con el apoyo de las direcciones de cultura del gobierno.

La Esquina del jazz, o Casa del jazz, como también se le conoce, ubicada en la calle Martí número 270 entre Arnao y Santa Amalia, en la barriada de Poey, debe su fundación a la iniciativa del ya fallecido bailarín Gilberto Torres, quien dio lugar en su propia vivienda a los seguidores de tal manifestación.
  
Desde ese entonces, todos los primeros sábados de cada mes la morada es centro de una peña, en la que se manifiesta un  derroche artístico.
  
No obstante, su actual propietario, William Torres, hijo del fundador y quien ha tratado de mantener viva la tradición, tras la muerte de su padre, dice no encontrar ayuda por parte de ninguna institución cultural del gobierno.
  
“Desde pequeño soy testigo de cómo los mayores del barrio dejaban el alma bailando en la sala de mi casa; hoy esos hombres y mujeres   ya cuentan entre 70 y 80 años y olvidan los achaques de la edad cuando escuchan una  pieza de jazz; resulta penoso que un espacio tan sano, lleno de vida e historias, no reciba respaldo alguno.
  
El también cantante y “adicto” al jazz explica que aunque en primera instancia el proyecto se limitaba a un pequeño grupo de personas que de manera espontánea se reunían los fines de semana, hoy ha ganado adeptos, incluso dentro del público joven, y se ha convertido en un significativo movimiento artístico.
  
“El jazz es un imán, y esto ha provocado que el número de personas que lo veneramos cada vez sea mayor, cuestión que me alegra muchísimo;   pero que me causa preocupación, pues el rincón ya nos está quedando pequeño”.
  
Bailar jazz necesita espacio y esparcimiento, señala William, cosa que se hace cada vez más difícil en las actuales condiciones, pues “el local parece reducirse con el tiempo”. Mucho se ha intentado por encontrar un lugar más amplio, pero lamentablemente no hemos sido escuchados.
  
La ama de casa Anabel Torres, vecina de la Esquina del jazz comenta: “A mí no me gusta ese tipo de música, pero, como todos en el barrio, he aprendido a convivir con ella pues durante años he visto como ha sido capaz de conquistar a muchos; es muy bueno que las personas ocupen su tiempo en algo sano, sobre todo para los jóvenes de la comunidad que son nuestra principal preocupación".
   
La creación del Festival Jazz Plaza en 1980, sin dudas, representó una oportunidad inmensa para los que siguen de cerca esa manifestación, pues el evento propicia que grandes personalidades viajen a la isla y que muchas de ellas, tras escuchar sobre la existencia de la casa, la visiten de manera espontánea.
  
La Esquina del jazz ha recibido a lo largo de estos años numerosas figuras del género del ámbito nacional e internacional, entre los que se encuentran Chucho Valdés, Bobby Carcasés y uno de los principales creadores y estrellas del jazz afro-cubano, el fallecido compositor estadounidense Dizzy Gillespie.
  
También fue motivo de múltiples materiales audiovisuales alemanes, franceses y norteamericanos, además de ser el escenario del filme Música por vivir,  una cooproducción de Cuba y España sobre el aniversario 50 de ese sitio.
  
Por su parte, José Sosa, quien es bailarín de jazz y fiel seguidor de la peña, asegura que el futuro de ese tipo de música en Cuba se “viste de gloria”, pues se cuenta con jóvenes que son verdaderos consagrados internacionales como Ernán López-Nussa, Pucho López, Javier Zalba, Roberto Fonseca y Robertico Carcasés.
  
“Por eso nuestra peña merece salir del anonimato, ese es un premio que desde hace muchos años la cultura nacional le debe al jazz”, subrayó José.  (Por Sheila Santa Cruz Lanz, AIN)