Justicia ciega, sorda y muda

Justicia ciega, sorda y mudaLa infame actitud de la Corte Suprema de ¿Justicia? estadounidense, devino noticia el lunes 15 de junio, cuando negó el derecho a cinco inocentes, a que sus casos fueran revisados.

A su tradicional figura de dama con los ojos vendados, con una balanza equilibrada, como corresponde a una institución que debe dar a cada uno lo que le pertenece según el derecho, la razón y la equidad, que es en definitiva lo que significa esa palabra derivada del latín, pudiéramos añadirle unos tapones para los oídos y una mordaza.

Bien merecidos esos atributos, si tenemos en cuenta que “no ve” los cientos de peticiones de colegas juristas, parlamentarios, personalidades (entre las cuales se encuentran 10 Premios Nobel). No “oye” el reclamo mundial por la liberación de cinco antiterroristas, con casi 11 años de injusta e ignominiosa condena. No “habla”, por tanto no explica el porqué de su conducta.

Como diana mambisa resonó tal decisión, obviamente influenciada por la actual administración de la Casa Blanca, que a pocos meses de estar ejerciendo el poder, ya muestra signos de incoherencia, al conminar al mundo al “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”.

La imagen deplorable de la justicia en Norteamérica, al servicio de los poderosos y de la política sucia que ha seguido el Imperio contra nuestro país, nos impone una alerta frente a los que practican la maldad como deporte, tal como lo presagiara el poeta Waldo Leyva: “Del enemigo cuídate, pero cuídate sobre todo del cobarde, del que miente por miedo, del que defiende lo que piensan otros”.

No solo en Cuba, si no en cientos de rincones de este mundo, incluyendo el propio territorio de los Estados Unidos, se levantan miles de hombres y mujeres dignos, honorables y valientes, pues como dijera Martí “cuando hay muchos hombres sin decoro, hay otros que llevan en sí, el decoro de muchos hombres, en ellos va un pueblo entero, va la Dignidad Humana.

Los santacruceños seguiremos exigiendo sin descanso, la libertad de Gerardo, Antonio, René, Ramón y Fernando. No claudicaremos ante esta eventual derrota, convencidos como Albert Einsten, que “el mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad”.

Martí nos enseñó que “perder una batalla no es más que la obligación de ganar otra”.

¡Esta porción sureña, heredera del legado del Mayor Ignacio Agramonte, sigue en combate!

(Por: Iliana Pérez Lara/ Radio Santa Cruz)