Gertrudis Gómez de Avellaneda y su impronta en Cuba

Gertrudis Gómez de Avellaneda y su impronta en Cuba Cuando el 23 de marzo de 1814 nació Gertrudis Gómez de Avellaneda en la antigua Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, nadie imaginó que sería una de las más ilustres escritoras de esta suave comarca de pastores y sombreros.

Al decir de uno de sus coterráneos, el filósofo y pedagogo Enrique José Varona, a Tula “Le oiréis cantar… la revolución de los imperios, el triunfo del cristianismo, las fuerzas prepotentes y misteriosas de la naturaleza… Nada le mueve, sino lo que sobresale, lo que impone”.

Y así es su poesía, apasionada y firme, que deja entrever la entereza con la cual asumió los avatares de su vida.

Del amor que sentía por su tierra natal da fe su poema Al partir, escrito a los 22 años de edad cuando se embarcó hacia España: ¡Perla del mar! ¡Estrella de Occidente! / ¡Hermosa Cuba ! Tu brillante cielo,/ la noche cubre con su opaco velo, como cubre el dolor mi triste frente/.

El crítico y ensayista José Antonio Portuondo, Premio Nacional de Literatura, precisa la trascendencia de la Avellaneda, “parte riquísima de nuestra herencia cultural, su obra es orgullo nuestro, ejemplo para nuestros escritores contemporáneos, de rigor en el tratamiento de la poesía lírica, del drama, de la novela, de la leyenda”.

Entre las obras de esta singular camagüeyana resaltan Sab, Baltasar, Leoncia, Tres amores, La aventurera, La hija de las flores, y poemas como La pesca en el mar. 

La Peregrina, seudónimo con el que publicó algunos de sus versos en periódicos de Sevilla, logró con sus obras y su decisión imponerse a la sociedad de su época, marcada  por los designios varoniles.

En su caminar seguro por los diversos géneros literarios la poetisa, novelista y dramaturga supo dejar una profunda huella, universal y cubana.

Por Adary Rodríguez Pérez/ Radio Cadena Agramonte.