Combustibles fósiles dejarán de ser la locomotora del planeta

Combustibles fósiles dejarán de ser la locomotora del planetaLa era de los hidrocarburos comienza a declinar, pero el mundo sigue girando como si en la tierra lloviera petróleo.

El crudo abundante y fácil de extraer no es la norma, y muchas voces alertan sobre la pronta llegada del día en que los combustibles fósiles dejarán de ser la locomotora del planeta.

Hoy el barril supera, como promedio, los cien dólares, y los pronósticos no resultan halagüeños, como consecuencia de las explosiones sociales en países del Medio Oriente y el norte africano, donde se bombea un tercio del crudo mundial.

El oro negro barato quedó atrás, insiste Fatih Birol, el economista en jefe de la Agencia Internacional de Energía.

En lo adelante la oferta será cada vez más cara -dice-, concentrada en las naciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que aportarán dentro de 25 años más de la mitad del suministro mundial.

Aunque aún no hay consenso de cuándo ocurrirá con exactitud el publicitado y temido pico petrolero, sí está demostrado que la producción global está a punto de llegar a ese cénit, para luego estancarse y declinar definitivamente.

Según el UK Energy Research Centre es muy probable que eso suceda antes de 2030, con un riesgo significativo de acontecer entre el 2015 y el 2020.

Por su parte, el Departamento de Ingeniería del Petróleo, de la Universidad de Kuwait, estima que en el 2014 el crudo tocará su máximo productivo, aunque en los países miembros de la OPEP esta cima se alcanzará en el 2026.

En este grupo se concentran hoy las tres cuartas partes de las reservas mundiales de hidrocarburos, que están agotándose a un ritmo anual del 2,1 por ciento, según los análisis kuwaitíes.

Los estudios sobre el cénit del petróleo coinciden en que habrá mayores precios en lo adelante para cada barril, y por ende superiores costes en todo lo que dependa de estos.

Para mantener una sociedad de tipo industrializado como la actual, según cálculos de la Universidad norteamericana de Boston, se necesita obtener un rendimiento de cinco barriles por cada barril equivalente consumido en la extracción.

Hoy esa tasa ronda los 10 por uno, y seguirá cayendo por la dependencia en ascenso de los crudos nos convencionales, como los obtenidos en la minería a cielo abierto o costa afuera.

Sin embargo, la era petrolera perdurará unos cien años más a lo sumo, extrayendo incluso desde las aguas profundas, las arenas bituminosas y hasta del mismísimo Océano Ártico.

Para los expertos hoy lo menos importante es la fecha exacta del último día de la dinastía petrolera.

Lo más crítico, a su entender, es que ese final resulta un hecho irreversible en términos históricos y sus consecuencias serán desastrosas para toda la actividad humana en el planeta, si no se adecua.

El impacto podría ser mayor para el transporte, que consume casi el total de los derivados, la generación de electricidad y sobre todo para la agricultura y los alimentos.

Un buey de 567 kilogramos en los Estados Unidos, según la revista National Geographic, necesita para su crianza mil 71 litros de crudo. A nivel global cada kilo de esta carne requiere 6,25 litros de combustible fósil.

Solo la ganadería demanda una larga lista de insumos, como gasóleo para la maquinaria y los sistemas de bombeo e irrigación; herbicidas y plásticos elaborados por la industria petroquímica; fertilizantes derivados del gas natural, entre otros productos.

A estos gastos se añaden los que deben llegar a las granjas, transportados por camiones desde cientos o miles de kilómetros, incluyendo los piensos industriales para la ceba animal.

La conexión petróleo-alimentos ha hecho afirmar a más de un experto que la era de los comestibles baratos también ha llegado a su fin.

Los costos de producción y los precios de los alimentos han escalado a tal punto que con un dólar se compra hoy un tercio menos que un año atrás.

Una persona en Nigeria, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, gasta el 73 por ciento de sus ingresos en comida; en Viet Nam el 65, y en Indonesia el 50.

Esta situación se agudiza con más velocidad en la medida que el área cultivable también se destina a los agrocombustibles y el cambio climático disminuye los rendimientos, vía sequías o inundaciones, y son más los estómagos a llenar.

Miguel A. Altiere, profesor de la University of California, Berkeley, y miembro de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología, afirma que sobre el actual modelo agroalimentario recaerán las repercusiones más graves del cénit petrolero.

Se debe, afirma, por dos factores principales: la forma de producción y la de distribución/comercialización.

Si el mundo no abandona este barco, se hundirá y arrastrará a toda su población, al hacerse imposible lograr alimentos por el habitual sistema petrodependiente industrializado.

Lo sensato es cambiar ahora que todavía estamos a tiempo, aseguran muchas voces, y fomentar paradigmas alternativos de desarrollo agrícola para sacarle frutos a la tierra de manera ecológica, sustentable y socialmente justa, así llueva otra vez petróleo. (PL)