nacionales

Cuba festeja medio siglo de Revolución

Cuba festeja medio siglo de RevoluciónLa Habana, 29 dic .- Los cubanos festejarán el próximo 1 de enero el aniversario 50 del triunfo de la Revolución, que puso fin a la dictadura de casi siete años del general Fulgencio Batista.

En la madrugada del 1 de enero de 1959 una flotilla de cuatro aviones, con Batista y sus principales allegados a bordo, salió del capitalino campamento de Columbia, la principal instalación militar del país, con destino a Santo Domingo, donde fue recibido por su homólogo dominicano, Rafael Leónidas Trujillo.

La exitosa ofensiva de la guerrilla dirigida por Fidel Castro, en la antigua provincia de Oriente; y de Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, en el territorio central de Las Villas, liquidó un régimen que dio muerte a unas 20 mil personas.

Batista había derrocado al presidente Carlos Prío Socarrás el 10 de marzo de 1952 cuando se preparaban unas elecciones generales, en las cuales no tenía ninguna posibilidad de ser electo.

Fidel Castro intentó ocupar el 26 de julio de 1953 la segunda fortaleza militar del país en Santiago de Cuba, con un centenar de jóvenes.

Condenado a 15 años y amnistiado por presión popular marchó a México, de donde regresó el 2 de diciembre de 1956 en el yate Granma para iniciar la lucha guerrillera que, en diciembre de 1958, hacía imposible la permanencia del tirano en el poder.

El gobierno de Estados Unidos, que brindó a Batista apoyo económico y militar desde el primer momento, al final comprobó que la suerte de éste estaba echada y comenzó a buscar una solución que no fuera la victoria rebelde.

Con ese propósito el embajador estadounidense en La Habana, Earl T. Smith, le comunicó el 17 de diciembre de ese año que “el Departamento de Estado miraba con escepticismo cualquier plan o intención de su parte que significara permanecer indefinidamente en Cuba".

En su libro El cuarto piso, el diplomático reconoce que "los Estados Unidos, diplomática, pero claramente, le había dicho al presidente de la República que debía irse de su propio país".

Smith revela que le recomendó al dictador "una ordenada transmisión de poderes" y Batista, a partir de la conversación con Smith, comenzó a maniobrar para proteger su partida y los intereses que él representaba, mediante la formación de una junta militar que impidiera el triunfo guerrillero.

En una reunión con el jefe del Estado Mayor Conjunto, mayor general Francisco Tabernilla, y otros altos oficiales, el gobernante les ordenó que buscaran “una solución nacional”.

Tabernilla dispuso que el general Eulogio Cantillo, jefe de Operaciones en Oriente, pidiera una entrevista a Fidel Castro, en la cual ese alto oficial se comprometió a iniciar un movimiento militar el 31 de diciembre que depusiera a Batista y diera apoyo incondicional a la victoriosa guerrilla.

El hoy líder de la Revolución informó el 1 de enero en Santiago de Cuba, tras la rendición de la ciudad, que Cantillo incumplió su palabra al participar en la formación de una junta en La Habana, al frente de la cual situaron al magistrado más viejo del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Carlos Manuel Piedra.

Aquella efímera junta cívico-militar, con Cantillo como jefe del Estado Mayor del Ejército, murió prácticamente al nacer pues incluso el pleno del TSJ se negó a legitimarla por su carácter espurio.

El líder insurrecto denunció que esa maniobra, que calificó de golpe ambicioso y traidor, se dio de acuerdo con Batista para dejarlo escapar y ese mismo día, en alocución radial planteó: Revolución, sí; golpe militar, no!

El contundente rechazo del jefe guerrillero paralizó la acción y Cantillo, en un último intento mandó a buscar a Isla de Pinos, al sur de esta capital, a militares presos por una conspiración descubierta el 4 de de abril de 1956, y le entregó el mando del ejército al coronel Ramón Barquín.

Este oficial tampoco pudo resolver la situación y el 2 de enero Camilo Cienfuegos ocupó el campamento, donde en la noche del 31 de diciembre Batista dio los últimos toques a un plan que consideraba salvador.

El pueblo cubano despertó el primer día del año 1959 sin conocer que el dictador se había marchado furtivamente en horas de la madrugada anterior y con la sorpresa de ver en las calles a jóvenes revolucionarios, que se apoderaron de estaciones de policía y dependencias oficiales.

La primera noticia de la fuga fue dada por el periodista Carlos Lechuga a las 10 de la mañana por el canal 2 de televisión pues antes emisoras radiales se habían referido a que trascendentales hechos estaban ocurriendo.

Salvo algunos combates esporádicos con elementos paramilitares en lugares céntricos de La Habana, la normalidad imperó tanto en la capital como en el interior del país, donde las milicias rebeldes tomaron el control.

El panorama capitalino fue descrito por la popular revista Bohemia de la siguiente forma: La ciudad se volcó a las calles, tanto tiempo ausentes del calor popular; repicaron las campanas y de los balcones y ventanas colgaron banderas cubanas y la enseña rojo y negra del M-26-7 (la organización que dirigía Fidel Castro).

Milicianos fidelistas surgieron de todas partes, armados de pistolas, revólveres y escopetas de caza (…) un ejército civil se había adueñado de la calle, frustrando toda posibilidad de un contragolpe y anulando las posibilidades políticas de la traición de Eulogio Cantillo, comentó la Sección en Cuba, la más importante de la publicación.

Mientras esas acciones se desarrollaban en La Habana, Fidel Castro entraba en Santiago de Cuba y en su primer discurso tras el triunfo dijo que “la Revolución empieza ahora (…) no será una tarea fácil (…) será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo en esta etapa inicial”.

Medio siglo después de esa advertencia, los cubanos celebran el arribo al medio siglo de un proceso que ha sorteado innumerables obstáculos, entre los que figuran de manera prominente la hostilidad de 10 presidentes de Estados Unidos y con la disposición de conversar, sin condiciones, con el próximo mandatario, Barack Obama.(PL)