Wynton Marsalis, joven leyenda del jazz, actuará en Cuba

Wynton Marsalis, joven leyenda del jazz, actuará en CubaLa Habana, 29 sep .- Por lo general, siempre que se habla de quienes han hecho historia se piensa en longevos, venerados por sus seguidores, que ya no corren los riesgos de enfrentar juicios demoledores de su aura.

O aquellos que fallecieron tempranamente, marcaron su tiempo, y prometían enriquecer aún más la especialidad en la que descollaron.

Ese no es el caso de Wynton Marsalis, trompetista, compositor, arreglista, líder, promotor artístico y faro por el que se guían muchos músicos de jazz, no sólo estadounidenses, quien desde hace lustros es un paradigma a pesar de no llegar aún al medio siglo de vida.

En Cuba, los músicos en general y los seguidores y cultores del jazz, en particular, lo conocen sobradamente, tanto por sus muchos Grammys en ese género como en música clásica (fue el primero en ganar en ambas vertientes el mismo año), como por su abundante obra y bregar infatigable en pro del rescate de raíces musicales sembradas por sus ancestros en Estados Unidos.

No son muchos los que recuerdan su primer viaje -de carácter privado-a la isla, en la década de los 90, cuando las presiones sobre sus contemporáneos hicieron de los festivales Jazz Plaza un territorio prohibido para los estadounidenses o los radicados en Estados Unidos.

Fui de los testigos de su magisterio en el diminuto club La zorra y el cuervo, cuando invitó al escenario al juvenil Yasek Manzano y dio una virtual clase magistral sobre el uso de la sordina en la trompeta, utilizando una copa.

Con un concepto minimalista de que "menos es más", mostraba ya entonces su sobresaliente utilización de notas, silencios, sonidos atemperados y atmósfera blues para llevar al público a disfrutar del jazz profundo, del surgido en su natal New Orleans muchas décadas antes de que él naciera en 1961.

Era fácil constatar la herencia de su padre Ellis, un gran pianista y educador de jazz, de cuya mano comenzó a interesarse por la música. Ya a los siete años tocaba trompeta y a los 19 se le vio en la banda de Art Blakey and the jazz messengers, cuna de gigantes de ese instrumento que le precedieron, como Kenny Dorham, Lee Morgan y Clifford Brown.

En 1980 inició su trayectoria como solista y en estos 30 años no ha parado de crecer y hacer crecer junto a él a oleadas de talentos, incluidos el ya mencionado Manzano.

Tengo poco más de 20 de su medio centenar de discos, que me delatan como un entusiasta de su música.

Es cierto que Marsalis es el músico de jazz de su generación que más honores ha recibido y que la revista Time lo incluyó en 1995 en su lista de jóvenes más prometedores, y en 1996 en la de los 25 norteamericanos más influyentes.

Pero mi admiración va más allá. Se cimenta, además, en facetas extramusicales apreciadas en aquella visita rememorada ahora, cuando -ya de madrugada- sostuvo una amena conversación en la céntrica calle Rampa con adolescentes cubanos que, por su edad, no podían ingresar en el club capitalino donde estaba tocando.

Le habían hablado de la presencia de estos -la mayoría estudiantes de música- en la acera del local y aprovechó un intermedio para compartir con ellos.

Características como esa fueron reconocidas por el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, cuando lo nombró en 2001 Mensajero de la Paz.

Con su nueva visita a Cuba, del 4 al 9 de octubre, ahora al frente de la orquesta de jazz del Lincoln Center, que creó, este Marsalis, uno de los cinco hijos de Ellis que sobresalen en la música, convierte el jazz en un nuevo puente cultural que trasciende barreras, en un tiempo en que la paz es una urgencia vital para la sobrevivencia humana.(PL)