Venezuela: contragolpe popular

Venezuela: contragolpe popular Caracas, 14 abr. – Venezuela conmemoró el octavo aniversario del regreso al poder del presidente Hugo Chávez, defenestrado dos días antes por un golpe militar, con acciones de impulso a la alianza cívico-militar que caracterizó aquellos hechos.

La juramentación en la céntrica avenida Bolívar de 34 mil milicianos por el presidente Chávez simboliza el espíritu de aquellas acciones cuando la población junto a militares constitucionalistas rescató el hilo constitucional. El 11 de abril de 2002 la oposición de derecha encabezada por los grandes empresarios, la cúpula de la iglesia católica y la dirección de la Embajada de Estados Unidos en Caracas lograron sacar del Palacio Presidencial y detener al mandatario.

Aunque intentaron justificar el golpe con un vacío de poder producido luego de muertes cuya responsabilidad atribuyeron a una orden de Chávez, la mayoría de la población no creyó los pretextos.

Miles de venezolanos se lanzaron a las calles, sobre todo procedentes de los cerros caraqueños, los sectores más pobres, para exigir el regreso del presidente cuyo triunfo representó una esperanza para millones de personas tradicionalmente excluidas.

La especie de que Chávez había renunciado difundida por los golpistas no pudo desmovilizar a la población en un movimiento ascendente al que se fueron sumando oficiales y militares de distintas regiones del país.

El mandatario venezolano había llegado al Palacio de Miraflores con una propuesta de mejor distribución de la riqueza y más justicia social frente a la pobreza y derrotó a la maquinaria de los partidos tradicionales dominantes por 40 años.

Pese a la poca infraestructura proselitista, Chávez sumó su propuesta de cambios a un prestigio de honestidad y valentía ganado cuando en febrero de 1992 encabezó una rebelión cívico militar contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez.

Esa acción, lejos del clásico golpe militar, fue percibida por la población como respuesta a un régimen que había dado la espalda al pueblo para aplicar una política neoliberal supeditada a los intereses de las empresas transnacionales.

El rechazo popular a esa política provocó en 1989 el Caracazo, cuando la población protagonizó una rebelión popular espontánea que concluyó con una matanza cuyas dimensión no ha podido ser precisada hasta hoy.

A ocho años del golpe de Estado, la conmemoración se realiza en medio de alertas de que sectores golpistas y aliados extranjeros siguen pensando en derrocar al mandatario por medio de la fuerza.

En ese sentido las autoridades y líderes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) advierten sobre la necesidad de estar preparados para la defensa, contexto en el cual se impulsa la formación de milicias populares.

Ante los peligros, la presidenta de la Asamblea Nacional, Cilia Flores, y otros dirigentes venezolanos advierten que el gobierno y sus seguidores están hoy mucho mejor preparados que en 2002.

"Estamos preparados y la lealtad del pueblo es una garantía para afirmar que aquí jamás volverán a ocurrir golpes de Estado, paros patronales y guarimbas (disturbios)", afirmó Flores en un acto con motivo de la fecha.

En su opinión, el espíritu de aquel 13 de abril de 2002, cuando los golpistas abandonaron el Palacio Presidencial ante la avalancha popular, es que el pueblo sigue reconociendo a Chávez como el líder de sus esperanzas.

"La conciencia de nuestro pueblo representa una fortaleza del proceso revolucionario liderado por el presidente, Hugo Chávez", opinó Flores, en relación con el día que -dijo- "el pueblo defendió a la revolución en la calle, con la constitución en la mano".

A las amenazas como aquella de 2002 se suma ahora el intento de la oposición de retomar posiciones en la Asamblea Nacional con elecciones parlamentarias previstas para septiembre.

Chávez, quien convocó a sus seguidores a obtener un triunfo aplastante en esos comicios, alerta que de ganar el parlamento la oposición intentará de nuevo detener el proceso de cambios desde ese órgano con un golpe similar al de Honduras.

Ocho años después al respaldo dado al mandatario, se suma a la profundización del proceso para reforzar su perfil socialista que el presidente considera representa la liberación del ser humano y verdadera expresión de la democracia.

La actualidad se plantea para el mandatario en términos similares a los de 2002: la lucha entre la oligarquía y los pobres, definida como enfrentamiento entre capitalismo y socialismo, cuyo próximo episodio serán las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre.(PL)