Mil años más antiguos

Mil años más antiguosTener mil años más de antigüedad en esta ínsula de las Antillas Mayores, remontar a un pasado más lejano la presencia de asentamientos humanos en Cuba, es algo que, quizás sin proponérselo, ayudó a desentrañar el doctor Roberto Rodríguez Suárez, investigador auxiliar del Museo Antropológico Montané, de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana.

Al frente de un grupo multidisciplinario de especialistas, participó entre los años 2004 y 2007 en cuatro campañas de excavaciones en el sitio arqueológico denominado Canímar Abajo, en Matanzas, periodo durante el cual hallaron y exhumaron más de 100 esqueletos de antiguos pobladores aborígenes.

Tales descubrimientos hicieron célebre el lugar al convertirlo en uno de los cementerios prehispánicos más importantes localizados en el país.

Las excavaciones aportaron nuevas informaciones sobre los asentamientos aborígenes en esa zona de la geografía matancera.

Sin embargo, lo más notable vendría un tiempo después, cuando los resultados de las pruebas de fechado por la técnica de carbono 14, aplicadas a muestras de carbón obtenidas en el terreno, con la colaboración de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), confirmaron que los grupos preagroalfareros habitaban el área de Canímar Abajo hace más de 7 000 años.

Como precisa el científico, ello extiende en más de un milenio la presencia comprobada del hombre en el archipiélago cubano. El reporte más antiguo lo tenía la localidad de Levisa, en Holguín, con aproximadamente 6 000 años.

Además de tener ahora la primacía de ser el sitio arqueológico más antiguo de Cuba, los estudios apuntan a que probablemente lo sea también para toda el área de las Antillas Mayores.

Pese a estar situado en una zona donde anteriormente fueron encontradas numerosas e importantes evidencias de otros asentamientos, Canímar Abajo cobra notoriedad cuando de manera fortuita, en mayo de 1984, un grupo de trabajadores de la base de campismo de igual nombre, descubren numerosos restos humanos al abrir un hoyo para incinerar basura.

El doctor Roberto Rodríguez muestra uno de los fragmentos de restos humanos hallados en el sitio arqueológico Canímar Abajo.

A los pocos meses, precisa el doctor Roberto Rodríguez, hicimos las primeras excavaciones, dirigidas en aquellos momentos por los eminentes profesores Ramón Dacal Moure y Manuel Rivero de La Calle.

Desde entonces hemos encontrado evidencias de que más allá de recolectar moluscos y vegetales, cazar pequeños mamíferos y pescar, la producción de alimentos pudo constituir una actividad importante en la vida cotidiana de tan antiguas poblaciones.

Según la opinión del especialista, hay elementos para pensar que los aborígenes asentados en Canímar Abajo explotaban la flora y debieron emplear uno o varios sistemas para el cultivo de plantas a pequeña escala.

Es probable, aseveró, que hayan desarrollado pequeños huertos y parcelas, así como el manejo de bosques, particularidad que marca un hito en el estudio de estas comunidades y aporta nuevas informaciones sobre sus costumbres dietéticas.

Con el nombre de Aportes a la Arqueología y la Antropología de Cuba y Las Antillas : Sitio Arqueológico Canímar Abajo, el proyecto mereció recientemente el Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba 2009, entregado al doctor Roberto Rodríguez en su condición de autor principal.

Además del Museo Antropológico Montané, participan en este trabajo la dirección provincial de Patrimonio de Matanzas, el Instituto Cubano de Antropología del CITMA, la Sociedad Espeleológica de Cuba, el Museo Nacional de Historia Natural, y el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología, entre otras instituciones.

En los últimos años el lugar devino verdadero laboratorio docente, pues las investigaciones multidisciplinarias practicadas allí y la realización de cursos teórico prácticos, contribuyen a la formación de las nuevas generaciones de arqueólogos.

Graduado del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona en la especialidad de Química, en 1981, Roberto se incorporó de inmediato a un grupo de aficionados a la espeleología y la arqueología, creado allí.

Así surgió una verdadera pasión por esta última disciplina científica, que lo llevó a trabajar después en la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, donde hizo realidad su deseo de aplicar la química a la arqueología.

Luego integró el equipo de especialistas cubanos que participaron en la búsqueda e identificación de los restos del Che en Bolivia, y obtuvo el título de Doctor en Antropología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México, en el 2004.

"Las revelaciones de Canímar Abajo cambiaron la historia relacionada con el momento en el que aparecieron los primeros asentamientos aborígenes en nuestro país, pero todavía falta mucho por explorar. Tengo la seguridad de que las próximas campañas pueden depararnos interesantes noticias", sentenció.