Cinco enamorados reclaman un beso

Cinco enamorados reclaman un besoEn nombre del amor, llamo a todos los que saben amar y aman. Hay que romper de una vez por todas, paredes de odio, venganzas, temores, silencios y complicidades.

Hace ya 11 largos años que Gerardo, René, Ramón, Fernando y Antonio se ven impedidos de hablarles al oído a sus parejas, abrazarlas, besarlas, soñar despiertos con ellas el quehacer de mañana, y sentir que sus pechos revientan de ansias y deseos.

La mentira, la infamia y la ignominia pretenden convertirlos en ancianos desvalidos tras unas rejas miserables, las cuales debían encerrar a otros que sí son verdaderos asesinos del amor y de todo lo que late sobre la faz del planeta.

La gran prensa, como suele hacer siempre, tergiversa verdades, miente a sabiendas, o cuando menos, calla y otorga. Y forma entonces en las filas de los cómplices.

Gerardo, René, Ramón, Fernando y Antonio, han declarado una y mil veces que estaban allí, en el Miami del estiércol, la sangre y las atrocidades, para que de una vez por todas el amor pudiera seguir convirtiendo en milagro el barro y engendrando sus maravillas.

Con el valor que les falta a sus secuestradores, han repetido que volverían a hacer lo mismo para que dejen de ser asesinadas más personas en Cuba y en los propios Estados Unidos.

Pero eso es delito grave en el país de las cruzadas antiterroristas, el mismo que jamás ha encontrado a Bin Laden ni a sus famosas armas de destrucción masiva que ellos mismos suministraron a Iraq, y muy, pero muy cerca de donde se entrenaron los monstruos que derribaron las Torres Gemelas, a la vista de los mismos oficiales que habían encarcelado antes a estos cinco gladiadores, enamorados de la vida.

Cada segundo que sigan pasando estos jóvenes cubanos en las mazmorras yankis, separados entre sí por miles de kilómetros y de sus seres queridos, es una mancha vergonzosa en las conciencias de toda la humanidad.

Hay que llenar al mundo de carteles y gritos, pancartas y artículos, banderas y fotografías, demandas y exigencias, para que el flamante Premio Nobel de la Guerra acabe de firmar, incondicionalmente, la libertad de Gerardo, René, Ramón, Fernando y Antonio.

Mientras, cada 14 de Febrero, cuando vayamos a entregar una flor y besar a nuestra pareja, o a bailar con ella un bolero sin más música que la pasión, tendremos esta cuenta pendiente y seremos un poco menos libres de decir "te amo", si permitimos, pasivamente, que sigan aislados estos cinco enamorados que reclaman un beso.

(Tomado de Granma)